Dos escenarios que podrían marcar a la economía del año próximo. Señales de continuidad para el deterioro de las cuentas públicas vía emisión monetaria que financie décifit y avance de los precios
Antes de las elecciones del 27 de octubre, la macroeconomía estaba tensa: pérdida de reservas, explosión de emisión de moneda preelectoral y tasa de inflación consolidada al 2% mensual. Después de la elección la tensión se acrecentó. Las reservas profundizaron la caída, la «maquinita» de emitir para el fisco no da abasto y los precios están en un «viva la pepa» intentando arañar en diciembre el 4%.
Si la insinuación de un nuevo estilo más dialoguista y abierto, o de un enfoque internacional menos aislacionista para encarar algunos temas irresueltos (empezando por YPF), a esta altura ya se han licuado es una incógnita. Pero dejarán de serlo si no se encaran en serio los problemas de la macro de fondo que no han sido siquiera diagnosticados.
Por ahora, la política económica ha subestimado la tensión. No hay por el momento medidas de relevancia. El impuesto y nuevo cepo a los autos, electrónica y turismo parten de un error de diagnóstico. La letra para que los exportadores anticipen divisas, los dólares de Chevron e YPF a la Martínez de Hoz y las búsquedas de «repos» costosísimos para el país, solo intentan atrincherar los «30.000 millones de reservas». No hay anuncios para emitir menos y en precios hay intento de congelamiento con buenos modales y atacando «la cadena de valor».
Estiman que el 2014 tendrá crecimiento económico bajo e inflación del 28%. Seis consultoras líderes pronostican, de máxima, que el PBI crecerá no más de 1,5%; aumento del déficit fiscal y dólar oficial entre 7,3 y 8 pesos.
Fuente: La Nación
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