La esposa de Soria quedó imputada por la muerte. El juez le concedió 48 horas porque su abogado presentó un certificado asegurando que se encuentra en estado de shock.
El presidente del Tribunal Supremo rionegrino afirmó que los custodios de la chacra la escucharon admitir la autoría. La esposa del gobernador Carlos Soria, Susana Freydoz, fue ayer imputada por el juez de Instrucción Juan Pablo Chirinos por la muerte de su marido. Lo habitual sería que la calificación del homicidio surgiera de la investigación y, principalmente, de las pericias anátomo-patológicas que son las que indicarán a qué distancia se hizo el disparo. Si mediaron más de 50 o 60 centímetros es muy probable que se trate de un homicidio agravado por el vínculo esposa-esposo. Si la distancia resulta menor a los 50 o 60 centímetros, Freydoz podrá alegar que forcejearon y que el arma se disparó sin intención, aunque en el marco de una pelea. Lo asombroso es que ayer se pronunció el presidente de la Corte Suprema de Río Negro, Víctor Sodero Nievas, que no está a cargo del expediente y que, sin embargo, dijo que «todo se encamina hacia el homicidio en estado de emoción violenta», un encuadre que mitiga la pena. Sodero Nievas hasta reveló que los dos custodios que estaban en la casa de Soria la escucharon decir: «Maté a mi marido, pero no lo quise matar».
Por ahora, Chirinos, el juez responsable de la causa, le dio a la mujer 48 horas de tregua ya que aceptó un certificado médico que indica que Freydoz aún está en estado de shock, casi no puede hablar y, por lo tanto, no está en condiciones de declarar. Especialistas de Tribunales consideran que se trata de una medida que deteriora toda la investigación, ya que Freydoz debería estar incomunicada y no con la chance de esperar a conocer los resultados de las pericias, para luego recibir asesoramiento para mejorar su situación. La mujer está alojada en la casa de su hermana, en la localidad de Allen.
Según la versión publicada ayer por el Diario de Río Negro, no era la primera vez que Soria y Freydoz se peleaban con un arma de por medio. El revólver 38 estaba registrado a nombre del gobernador, quien era un aficionado a las armas, y estaba en el dormitorio donde se produjo la muerte. El mismo medio reveló que la disputa entre marido y esposa se originó en una infidelidad y cuando, aparentemente, Soria le adelantó a Freydoz que se mudaría a la residencia del gobernador en Viedma, pero sin ella, formalizando una separación.
Aunque el homicidio se produjo en una habitación donde sólo había dos personas –el fallecido y quien supuestamente disparó–, la tecnología moderna está en condiciones de dilucidar la realidad de lo ocurrido. Así lo afirmaron a este diario dos criminalistas de larga trayectoria, Raúl Torre y Daniel Salcedo. Ambos fueron jefes de la Policía Científica.
Estas son algunas de las consideraciones:
El revólver no tiene seguro, de manera que se dispara con solo apretar el gatillo. Es distinto a la mayoría de las pistolas en las que hay que destrabar el seguro y están menos expuestas a un disparo sin intención.
El primer juez, Emilio Stadler, despejó las dudas iniciales y sostuvo, por escrito, que hubo un único disparo, con entrada en el pómulo izquierdo, sin salida, y con el proyectil alojado en el cerebro.
La clave está en la distancia del disparo. Hoy en día eso se determina con un estudio anátomo-patológico de la herida. El microscopio detecta la deflagración de sustancias, no sólo de pólvora, y eso permite obtener el dato clave: si hubo más de 50 o 60 centímetros entre quien disparó y la víctima.
Si la distancia es mayor, los criminalistas dan por sentado que no hubo suicidio ni forcejeo y que el proyectil salió por el accionar intencionado del gatillo.
Una distancia menor a 60 centímetros da la idea de un posible forcejeo e incluso un disparo no intencional.
El otro punto importante es saber quién disparó. Para ello no se usa más el Dermotest sino el Barrido Electrónico, que determina la existencia de plomo, bario y antimonio en las manos de los presentes en la escena del crimen. Esos metales forman parte del fulminante y si se encuentra en una mano el informe dirá que esa persona tiene «alta probabilidad de haber disparado el arma». Si se encuentran los metales en las dos manos –algo difícil–, se concluiría que ambas personas estuvieron en contacto con el arma al momento de dispararse.
Por último, está la cuestión de la trayectoria del disparo. Si entró por un pómulo y se alojó en el cerebro da la impresión de un proyectil que fue de abajo hacia arriba. Pero habría que ver cómo estaba ubicado el gobernador. Fue encontrado en la cama, de manera que deberá determinarse si estaba acostado, en cuyo caso el ángulo cambia.
Lo cierto es que con todas las pericias en la mano, el juez Chirinos y el fiscal Miguel Angel Fernández Jahde pueden tener un primer cuadro de lo ocurrido entre las cuatro paredes. El problema –según consignan viejos penalistas– es que Freydoz debió ser incomunicada, porque todo este tiempo puede ser usado para armar su declaración y ponerla en sintonía con los elementos que van surgiendo de las pericias.
La sorpresa la dio ayer Sodero Nievas con su múltiple aparición pública. Confirmó que en la chacra había dos policías de custodia y que Freydoz les dijo «lo maté sin querer», o sea que se le disparó el arma o ella apretó el gatillo sin intención, por supuesto que siempre en el marco de una discusión o pelea. «Va a depender mucho de si el juez le cree o no le cree y cuánto encaje su versión con lo que determinen las pericias. Antes los jueces exigían una reconstrucción, pero hoy en día los datos científicos suelen hacerla innecesaria. Igual, ante la duda, es posible que el magistrado ordene la reconstrucción», explicó el criminalista Torre. Lo cierto es que al decir Sodero Nievas que todo se encamina a la emoción violenta, prácticamente está sellando el destino del expediente.
Los penalistas con experiencia sostienen que el abogado de Freydoz dio pasos lógicos: el primero, evitar que ella declare. Hizo presentar certificados médicos de que la mujer no está en condiciones de presentarse a la Justicia, con lo cual va ganando tiempo y podrá ver las pericias antes que ella hable ante el juez. Los mal pensados consideran que se trata de una ventaja más que importante, porque le permitirá asesorarla en la declaración y evitar contradicciones entre lo que diga y lo que resultó de las pruebas científicas. Sodero Nievas hasta avaló la decisión de no incomunicar a Freydoz diciendo que «la esposa del gobernador no está en condiciones de declarar», un diagnóstico que, en todo caso, le corresponde al juez del expediente.
En el momento del disparo, en la chacra de las afueras de General Roca estaban únicamente Soria y su esposa en la habitación matrimonial, una hija, su novio, dos custodios y un enfermero. La versión de la pelea entre el gobernador y Freydoz surgió de los testimonios tomados a los que estaban allí, pero el punto central, lo que definirá el expediente, es el encuadre que la Justicia le dé al homicidio:
Lo que adelantó Sodero Nievas: que ella aduzca y el juez acepte que actuó encontrándose en un estado de emoción violenta. Se trata de «un momento de locura» o «una pérdida de los sentidos», según la definición que han hecho algunos jueces. La pena se reduce muchísimo, a un máximo de tres años de prisión. Por supuesto, habrá peritajes psiquiátricos que dirán una cosa y peritajes que dirán otra. Será una polémica.
Que ella sostenga que el disparo fue «sin querer», en el marco de un forcejeo. En este caso tendrán mucha importancia los estudios científicos sobre distancia, trayectoria, lo liviano del gatillo y los rastros de metales en las manos. También la pena se reduce mucho y sería igualmente excarcelable.
Por los datos que se conocen, difícilmente Freydoz alegue legítima defensa. En ese caso tendrá que argumentar que él la atacó, sacó el arma y ella se defendió. No parece el cuadro de situación, aunque el revólver estaba registrado a nombre de Soria.
Que el juez considere que Freydoz mató a Soria en el marco de una discusión, pero intencionadamente. Sacó un arma de un cajón y le disparó desde cierta distancia, incluso con él acostado como se lo encontró después. Esto sería homicidio agravado por el vínculo, con la pena más alta del Código: prisión perpetua.
El entramado de la resolución del caso es complejo, pero el presidente del Supremo rionegrino ya parece haber sentenciado. Sodero Nievas dijo que «la causa está cerrada en un 70 por ciento, con las pericias, los testimonios y la autopsia. Mañana (por hoy) estaremos en condiciones de dar un juicio más que una sospecha. Todos los testimonios son coincidentes en que hubo intensas discusiones y la discusión final terminó en homicidio. Aunque vamos hacia el encuadre de la emoción violenta», arriesgó (ver nota aparte).
«La familia está a disposición»
El hijo del gobernador de Río Negro asesinado el domingo e intendente de la localidad de General Roca de esa provincia, Martín Soria, afirmó ayer que «la familia está a disposición de la Justicia». A través de una carta pública que el intendente escribió con el objetivo de «llevar tranquilidad por algunas incoherencias que se dicen y que no es justo ni para la familia ni para Carlos Soria ni para los oyentes o televidentes», uno de los tres hijos varones del funcionario fallecido aseguró: «La Justicia está investigando todo lo que tenga que investigar y nosotros estamos a disposición de ella». «Aguardamos a que la investigación dilucide las medidas que se están tomando», apuntó en la carta, difundida por un medio gráfico local que afirmó que, por último, Soria hijo pidió por su familia, por su madre, «que pasa un momento muy doloroso», y «por todos los rionegrinos». Martín, junto a sus hermanos, dispuso que su padre no tuviera un velatorio público y que sus restos fueran inhumados el mismo día de su muerte en un cementerio privado.
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