Detectan que niños de barrios pobres pasan fines de semana casi sin comer. Es un fenómeno común en varias escuelas municipales donde los lunes algunos chicos piden repetir hasta tres veces la ración. Para muchos, el menú del “finde” es mate y pan.
Mientras camina hacia donde están las asistentes que sirven la comida, en el comedor de su escuela municipal, Roger hace equilibrio con la bandeja de acero inoxidable. No quiere que se le caigan los cubiertos ni la naranja que guarda para el postre. Es lunes, y Roger (un nombre ficticio para no identificar al niño en cuestión), quien tiene 8 años y mucha hambre, va en busca de su tercera porción de arroz con salsa.
El fin de semana que pasó, en su casa que está ubicada en una de las villas de emergencia de la ciudad de Córdoba, cenó y almorzó mate cocido y pan; el mismo “menú” que sus cinco hermanos.
En varias de las 37 escuelas municipales de esta Capital provincial se han detectado historias como la de Roger. Al punto que en una de ellas, la Emilio Baquero Lazcano, de barrio Villa Urquiza, docentes y auxiliares decidieron adelantar el horario del desayuno, que antes se servía durante el primer recreo, porque los días de calor en particular, algunos chiquitos se descompensaban.
“No son todos los chicos –explicó Ana Tarra Ramos, docente de ese establecimiento–, pero sí tenemos varios casos de niños que los lunes vienen a la escuela sí o sí para comer, porque es la primera comida importante que tienen desde el viernes anterior”.
La docente, que, como todas sus colegas de las escuelas municipales, acompaña a sus alumnos en el desayuno y el almuerzo –otras lo hacen para la merienda–, explicó que los días lunes tienen que preparar “más leche porque muchos niños llegan hambrientos y toman hasta tres tazas”.
Fuente: La Voz
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