Cristina Kirchner y Hugo Chávez ratificaron el «bloque sudamericano» en la Rosada. Firmaron nuevos convenios económicos y destacaron la región como «zona de paz», resaltando el rol de la Unasur. Al recibir un premio «por su aporte a la comunicación popular», Chávez destacó el papel jugado por Néstor Kirchner
CRISTINA KIRCHNER SE REUNIO CON HUGO CHAVEZ PARA FIRMAR ACUERDOS QUE INVOLUCRAN LA VENTA DE MAQUINARIAS AGRICOLAS Y ALIMENTOS. Se reunieron durante una hora. Chávez dijo que CFK continuará siendoa «lideresa» de la región. Destacaron el rol de la Unasur.
El Salón Blanco estaba despejado. Sólo una tarima en el fondo. Como en una fiesta de casamiento de pronto empezó a entrar la comitiva venezolana. Ministros y directores de empresas estatales se acomodaron a un lado del salón. Del otro extremo atravesaron la puerta espejada los ministros del gabinete argentino. Cada uno se arremolinaba con sus pares, sólo el ministro de Planificación, Julio De Vido, se cruzó para departir con funcionarios venezolanos. Después de media hora, llegó la Presidenta. Parada en el centro de la tarima, sola, miró el reloj cuando el eco de la banda militar anunciaba la llegada de Hugo Chávez. El mandatario tardaba. Se sabe que el hombre es proclive a hacer postas y dejarse llevar por su verba.
–¡¡Hola!! –salió a su encuentro Cristina Kirchner. El beso y el abrazo entre los presidentes se extendieron a María Virginia, la hija mayor de Chávez, que llegó de su mano y se paró junto a los dos en el besamanos de ministros.
Todo fue breve pero cada uno dejó en claro el mensaje a transmitir. Ninguno nombró el conflicto en Libia, pero ambos hicieron eje en la paz, la integración, la libertad y la igualdad. La Presidenta destacó «el gran esfuerzo de los hombres y mujeres de América del Sur para que las dificultades, los conflictos y las diferencias pudiéramos resolverlas en casa, en paz y con nuestros propios instrumentos». «Cuando una mira el mundo, los presuntamente civilizados resuelven las cuestiones a los bombazos», resumió Cristina Kirchner.
Chávez dijo que iba a hablar cinco minutos y, contra todos los pronósticos, cumplió. «Si no lo hacías, como te decía él, te iba a tirar un vaso de agua», tomó la posta la Presidenta en una de las tantas referencias a Néstor Kirchner. El venezolano destacó el rol de «Néstor y Cristina en la consolidación de la Unasur» y contó que la Presidenta le desplegó el resultado del índice de Gini que muestra cómo disminuyó la desigualdad social en los últimos años. «Los pobres están saliendo de la pobreza. Esto no se hace para beneficiar a una elite sino para satisfacer las necesidades básicas, las educativas, las culturales. Queremos que nuestros pueblos vivan en democracia y en paz», repitió Chávez ante la mirada atenta de los ministros de ambos países.
«Cristina es y seguirá siendo la ‘lideresa’ de la Nación», la halagó el Presidente antes de cederle la palabra y advertirle que también tenía sólo cinco minutos.
«Es verdad –dijo ella–, lo recibí desplegando sobre la mesa los índices de Gini, estoy orgullosa. El cero es la igualdad absoluta y el uno la desigualdad absoluta. Del 0,476 que le tocó a Kirchner en 2003 llegamos a 0,394, que es el más bajo desde 1982, cercano a octubre del ’74, cuando estaba en 0,357. Estamos muy contentos por el esfuerzo de todos los argentinos.»
El intercambio de elogios encontró en la Unasur uno de los pivotes. La Presidenta le agradeció a Chávez que se hubiese llegado a un acuerdo con Colombia para que su país alternara en la secretaría general, acéfala desde la muerte de Kirchner.
–Asumirá primero María Bonita –la interrumpió.
–La canciller colombiana María Emma Mejía asumirá el primer año y luego el ex ministro venezolano Alí Rodríguez.
–Que no es muy bonito –metió otro bocadillo Chávez.
«Este es un tributo a ese gran esfuerzo que hombres y mujeres de América del Sur hacemos para resolver las cosas en casa, en paz y con nuestros propios instrumentos respetando el derecho internacional. Lo hicimos entre Colombia y Venezuela, con Evo en Bolivia, y en Ecuador», recordó la Presidenta en alusión a los conflictos que pusieron a prueba la utilidad de la Unasur para resolver tensiones regionales.
La agenda los obligaba a la síntesis. Tras casi una hora de charla en el despacho presidencial, la declaración se pensó sin preguntas de la prensa. La sala de pensadores y escritores argentinos del Bicentenario llamó la atención de Chávez. Los retratos de Leopoldo Marechal, María Elena Walsh, Arturo Jauretche, Rodolfo Walsh, Alejandra Pizarnik y José Hernández pendían a su espalda. Se detuvo en Walsh.
–Ese es el premio que le van a dar hoy –le dijo un grupo de periodistas.
–Por eso me critican ustedes –retrucó Chávez y la Presidenta le respondió: «No, no son ellos» y empezó a explicarle que Walsh era un escritor desaparecido. Chávez se mostró complacido por la distinción que le entregaría horas después la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata y que ya había alimentado más de una crítica por su conflictiva relación con la prensa local.
–¡Que viva la polémica! –remató el Presidente y ambos salieron juntos hacia la siguiente posta de la visita oficial para reforzar la relación bilateral: la firma de acuerdos en Tandanor, el astillero estatal donde se construirán doce barcazas para la empresa petrolera PdVsa.
Otra vez todo el gabinete se trasladó a la Costanera Sur para sellar los convenios que incluyeron concretar «la ecuación del crecimiento que definió Cristina: energía y alimentos», reivindicó Chávez. La compra de maquinarias agrícolas por 400 millones de dólares, de 600 mil toneladas de alimentos, de vehículos, fueron algunas de las precisiones que había dado el venezolano apenas aterrizó en la madrugada de ayer en la Argentina.
–¿Qué opina del bloqueo que impidió la salida de dos diarios en la Argentina? –lo habían atajado los cronistas.
–No puedo opinar en asuntos internos. Ustedes tienen una Presidenta que defiende los derechos humanos y la libertad de expresión –respondió.
El almuerzo en Cancillería se demoró. Otra vez los discursos fueron breves. Chávez recordó a Kirchner, destacó «el fervor juvenil, militante» que había despertado. CFK le agradeció a Venezuela su apoyo financiero cuando apenas había asumido su marido y la Argentina tenía el crédito cortado. Desde 2004, los dos compartieron decenas de encuentros. Se tratan con familiaridad, como amigos. Una empatía que se repite con gran parte de los mandatarios de América latina. «Unidos seremos inconquistables», repitió Chávez parafraseando a San Martín en cada uno de sus breves diálogos con la prensa. Una frase que eligió como mensaje del viaje.
Comentar post