Una investigación sobre «los amigos del poder» que se enriquecieron desde la llegada del kirchnerismo al gobierno.
A partir de la denuncia de la dirigente de ARI de Santa Cruz Mariana Zuvic, Lanata presentó las cuantiosas inversiones que realizó el gobernador de esa provincia, Daniel Peralta y su grupo familiar, más precisamente Daniel Omar Blanco y Carolina Pochetti.
Peralta fue denunciado en 2011 por lavado ante la Unidad de Investigación Fiscal, consignó Zuvic. Según aseguró Lanata en PPT, ambos cobraban planes sociales pero tuvieron un crecimiento patrimonial del 1.200 % en los últimos años.
Desde San Martín de los Andes y Villa La Angostura, Lanata mostró algunas de las propiedades de Blanco, cuñado del gobernador santacruceño, que antes de su carrera en los negocios llegó a cobrar un plan social. Otro caso fue el de Carolina Pochetti, sobrina del gobernador de algo más de 30 años, que desde un sueldo categoría 10 en la Gobernación provincial y a una casa originada en un plan oficial de viviendas pasó en algunos años a vivir en una mansión de 600.000 dólares en la Ciudad de Buenos Aires.
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El programa reveló que tanto Blanco como Pochetti forman parte de varias sociedades, entre las que se cuenta Patagon SMA, un complejo turístico de unos 4.300 metros cuadrados.
La segunda parte de la investigación se basó en el caso de Raúl Copretti, el histórico tesorero del Frente para la Victoria en Santa Cruz. Lanata mostró en pantalla un recibo de sueldo de un empleado público con un descuento de cerca del 10% en concepto de «aporte voluntario» al partido con el que el kirchnerismo se asentó en la provincia.
Copretti, que junto a su esposa era empleado publico antes de trabar vínculo con Kirchner, fue a San Martín de los Andes en 2010 y comenzó a invertir millones en propiedades: una casa de 3 hectáreas y media más seis hectáreas de los alrededores (valuada en 2 millones de dólares y con una fortísima custodia), otra de un millón de dólares en el Chapelco Golf que entregó a su hijo Pablo (piloto de cuatriciclo) y cuatro casas construidas a orillas del río Aluminé, valuadas en no menos de 10 millones de dólares.
Las imágenes de propiedades fastuosas, asentadas con los imponentes escenarios naturales de la Patagonia argentina, llevaban como fondo musical el clásico de Raffaella Carrá con un «ligero» cambio en el estribillo: «Para hacer millones hay que venir al sur».
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