En la cárcel de la fuga no funcionaban las cámaras según la Justicia, también fallaron los sensores perimetrales. La fuga tuvo un plan estudiado con precisión. Pero el éxito de los 13 reclusos (sólo dos fueron recapturados) que anteayer lograron escapar del Complejo Federal I, de Ezeiza, no hubiera sido posible sin un aporte fundamental: las cámaras de seguridad estaban fuera de funcionamiento y los sensores perimetrales no se activaron cuando los presos cortaron cuatro alambrados. Así lo dijeron a LA NACION calificadas fuentes judiciales, que agregaron que el perro de vigilancia que debía estar en el sector externo del módulo desapareció del lugar poco antes de la fuga, concretada en la madrugada. El nuevo director nacional del Servicio Penitenciario Federal (SPF), Alejandro Marambio, asumió ayer y anunció que se tomarán «severas» medidas disciplinarias. Su antecesor, Víctor Hortel, que renunció a causa del cinematográfico escape, dijo que se trató de un pase de factura en su contra.
La designación de Marambio fue cuestionada por agrupaciones de derechos humanos. El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel reclamó al Gobierno revisar la foja de servicios y los antecedentes del nuevo director, y recordó las acusaciones de torturas en las cárceles durante la primera gestión de Marambio, entre 2007 y 2001.
«Al no funcionamiento de las cámaras de seguridad, a la no activación de los sensores de los alambrados perimetrales, a la ausencia del perro de vigilancia hay que sumarle que los guardias que custodian desde las alturas no vieron nada de lo que pasó», afirmó a LA NACION un investigador judicial.
Lo extraño, y que llamó la atención de los investigadores, es que las cámaras de seguridad no funcionaban desde hace varios años. Según pudo saber LA NACION, los fiscales federales de Lomas de Zamora Sergio Mola y Adrián García Lois, junto con los defensores oficiales del distrito, presentaron un hábeas corpus colectivo por este tema.
«Es fundamental que las cámaras de seguridad funcionen. No sólo por la investigación de la fuga de los presos, sino también en hechos donde pueden resultar víctimas de torturas o maltrato los reclusos. En el hábeas corpus presentado por los fiscales y los defensores oficiales se pedía hacer un relevamiento del sistema de monitoreo electrónicos. Una de las primeras explicaciones que recibieron los funcionarios judiciales fue que las cámaras estaban fuera de servicio después de la caída de un rayo, tras una tormenta eléctrica», afirmó una fuente con acceso al expediente.
La misma fuente agregó que en las próximas horas se tratará de determinar si los sensores de los alambrados perimetrales dejaron de funcionar poco antes de la fuga o si estaban inactivos desde hacía tiempo y esta situación llegó a conocimiento de los cerebros del escape.
La fuga de los reclusos es investigada por el juez federal de Lomas de Zamora Carlos Ferreiro Pella y el fiscal federal García Lois. Según pudo saber LA NACION, el representante del Ministerio Público analiza imputar a agentes penitenciarios por la presunta colaboración que les dieron a los reclusos fugados, y a funcionarios penitenciarios, por una supuesta negligencia en el control de los presos.
Fuentes judiciales informaron ayer a LA NACION que después del anuncio del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, sobre que el Gobierno iba a ofrecer una recompensa de 500.000 pesos para quien aportara datos que permitieran recapturar a los presos evadidos, hubo unas 500 llamadas al número de emergencia, pero ninguna habría sido de importancia para la pesquisa.
Pocas horas después de la fuga, que se conoció a la 1 de anteayer, cuando se hizo un control nocturno de los calabozos, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, le pidió a los jefes de las fuerzas federales de seguridad que intenten «resolver en el más corto plazo la situación» para dar con los prófugos.
«Ayer [por anteayer], conocido el episodio dimos el alerta policial. Todas las áreas policiales están colaborando en la búsqueda», afirmó el ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, Ricardo Casal.
Al cierre de esta edición seguían sin ser recapturados 11 reclusos. Varias brigadas de la Policía Federal hicieron operativos en el conurbano para tratar de buscar a los prófugos, pero los procedimientos dieron negativo.
«Lo primero que se hizo fue ir a los domicilios de los familiares de los presos fugados, pero no se los ubicó», dijo un investigador.
Una calificada fuente de la investigación explicó a LA NACION que se sospecha que, una vez que ganaron la calle, los 13 presos se dividieron en dos grupos. «Por las pisadas y las marcas que encontramos, sospechamos que parte de los reclusos tomó por la ruta 105 y otros eligieron por el camino que conduce al Centro Atómico de Ezeiza», agregó el informante. El día de la fuga, Alak sostuvo que el plan de fuga fue ideado por cuatro reclusos y los otros nueve se sumaron con la huida en marcha.
Como informó LA NACION en su edición de ayer, tres de los cuatro reclusos que, según los investigadores habrían planificado el escape, fueron Thiago Ximenez, Renato Dutra Pereira y Martín Espiasse Pugh.
Los dos primeros son brasileños, que llegaron al país después de fugarse de cárceles del sur de Brasil. Luego cayeron presos en Chaco, donde lograron fugarse de la alcaidía de Resistencia y fueron recapturados varios días más tarde, en un descampado cerca de Brasil.
Espiasse Pugh tiene 35 años. Fue condenado en Mendoza a la pena de ocho años y seis meses de prisión por el delito de robo agravado por el uso de arma. El 17 de julio de 2012 fue condenado por la justicia chubutense a prisión perpetua por el delito homicidio agravado criminis causa , como coautor del asesinato de dos policías.
«Es posible que los ideólogos de la fuga contaran con un apoyo externo para escapar y huir rápido, pero los demás reclusos no tenían planeado cómo continuar. Así se demostró con los dos recapturados por la policía bonaerense en Cañuelas [por José Durán y Claudio Pájaro Ortiz] que caminaban por la ruta desorientados y sin saber dónde ir», dijo una fuente del caso.
En principio, los investigadores habrían descartado que los reclusos hayan conseguido planos de la cárcel para hacer el boquete y el túnel que los comunicó con la parte exterior del pabellón. «Sabían que un metro después de la pared había césped», explicó un investigador judicial.
En la página web de Interpol ya están las fotografías con el rostro de los reclusos fugados y la información que sobre ellos pesa, una alerta naranja.
Además, las fuerzas federales de seguridad reforzaron la seguridad y la vigilancia en todas las estaciones de transporte público, especialmente en las de ferrocarril de la Capital y del conurbano, donde efectivos de las fuerzas federales recorren los andenes y los trenes con las fotos de los evadidos..
Del editor: por qué es importante.
Es necesario que se esclarezca esta escandalosa fuga, tanto para castigar a los responsables como para corregir las fallas del sistema.
Fuente: La Nación
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