Sacudidas por el escándalo, las Madres de Plaza de Mayo evalúan reestructurar el polémico conglomerado de proyectos e iniciativas que impulsan desde hace años.
Con ese fin, un grupo de abogados y contadores trabaja para resolver un descalabro que les enrostran a los hermanos Sergio y Pablo Schoklender, y considera el cierre de la fundación con la que gestionaron cientos de millones de pesos provistos por el Estado, admitieron voceros de la organización que lidera Hebe de Bonafini .
El eventual cierre de la fundación completaría el proceso de depuración que comenzó con la creación del fideicomiso Ni un paso atrás y la entrega a las provincias y municipios de los planes de viviendas sociales que, hasta el escándalo, se manejaron por medio de la Misión Sueños Compartidos y contaban con cerca de 6000 obreros.
El fideicomiso, creado con la ayuda del intendente de Quilmes y dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Francisco «Barba» Gutiérrez, tendrá, además, un efecto práctico concreto: evitar el embargo por deudas y cheques impagos de los fondos que lleguen desde esas provincias y municipios por la venta de los paneles, cuya fábrica sí continuará bajo la órbita de la agrupación que lidera Hebe de Bonafini desde 1979.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, explicitó parte de la movida sobre la fundación cuando detalló, el martes, que «se les sacó la administración [a las Madres] para ayudarlas», aunque destacó que «no porque se les desconfíe», sino porque se investiga «si la administración que tuvo fue infiel», es decir, los Schoklender.
La reestructuración también abarcó el despido o la salida de unos 50 colaboradores de los hermanos (de lo que se informa por separado). Pero Hebe de Bonafini continuará como máxima referente de la entidad original, la Asociación Madres de Plaza de Mayo. La acompaña el puñado sobreviviente de 25 mujeres de entre 80 y 97 años -como la tesorera histórica, Juanita de Pargament- que aún marchan alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo cada jueves, al igual que en Tucumán, La Rioja, Mendoza o Mar del Plata, entre otras provincias y ciudades.
En su sede central de Hipólito Yrigoyen al 1500, frente a la Plaza del Congreso, las Madres continúan con las múltiples actividades que, pese al descalabro contable y financiero que les reprochan a los Schoklender , dan trabajo a cerca de 280 personas. Entre otras, su universidad popular -que comenzó en 2000 y desde 2010 entrega títulos oficiales con una matrícula de mil estudiantes-, el Espacio Cultural Nuestros Hijos (en la ex Escuela de Mecánica de la Armada), la librería, el jardín de infantes De los Abrazos y el café literario Osvaldo Bayer.
Madres abarca, también, el Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas -que dirige la ex ministra de Economía Felisa Miceli-, la radio AM 530, sus programas en Canal 7 y CN23 -de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel- y, quizá, la imprenta.
DUDAS POR LA IMPRENTA
La incógnita alrededor de la imprenta sintetiza el cisma con los Schoklender. Un viernes a la madrugada en el amanecer del escándalo, cuentan los vecinos, apareció un camión y se llevó las maquinarias. «Las Madres no sabían que estaban a nombre de Pasart SRL, no de las propias Madres», respondieron desde la Asociación, en alusión a la sociedad vinculada a los Schoklender que, cambió de manos hace unos días.
Algo similar, afirmaron desde Madres, ocurrió con documentación que estaba en la sede. «Eso es un disparate», replicó Sergio Schoklender, pero desde Madres detallaron que cámaras de seguridad de un garaje aledaño registraron cuando colaboradores del ex hombre fuerte de la entidad retiraban computadoras, cajas con documentación «y hasta ropa de la imprenta» con destino incierto.
Sin grandes donaciones del exterior -se evaporaron en parte tras las declaraciones de Bonafini en defensa de la organización vasca ETA y de los atentados del 11 de Septiembre-, otro canal de ingresos es la publicidad oficial, tanto en su radio como en Internet, con banners de Gendarmería, Tecnópolis, el Banco Nación, un plan de vacunación y los nuevos DNI, entre otras.
Madres confía, no obstante, en que la fábrica de paneles se convierta en su mayor fuente de ingresos, que se manejará a través del fideicomiso. Proyectan ventas para completar la construcción de las viviendas que, con los mismos obreros, quedaron bajo control provincial o municipal.
Pese a las críticas, desde Madres defienden, de todos modos, la decisión de haberse involucrado en la obra pública. «Acceder a una vivienda es un derecho humano esencial y lo que se fomentó con este programa fue la inclusión social a través del trabajo digno», replican.
Hasta el «conflicto» -como también califican lo ocurrido dentro de Madres-, el proyecto se plasmó, según el recuento interno, en la entrega de 1328 viviendas, cinco hospitales, seis centros de salud y un jardín maternal en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, Chaco y Santiago del Estero.
«INFAMIAS»
Desde Madres también refutan lo que califican de dos «infamias». La primera, que Bonafini le haya ordenado a Schoklender que le diera un sueldo a su hija Alejandra. «Eso es falso y muestra una contradicción», afirman los colaboradores de la titular de Madres. «Si según él Hebe era quien administraba todo, ¿para qué le iba a pedir lo del sueldo? O una cosa o la otra.»
El segundo eje se centra en la supuesta relación entre Bonafini y la sociedad de Schoklender y Alejandro Gotkin, Meldorek, lo que según el ex colaborador devenido denunciado se plasmó en un contrato, el 28 de diciembre de 2010, aunque un peritaje de la Gendarmería que ordenó el juez federal Norberto Oyarbide concluyó que la supuesta rúbrica atribuida a la titular de Madres es falsa.
«La firma es de ella», insistió Schoklender «Se firmó ése y un montón más de contratos y varios de ellos estaban «enganchados» a ese primero con Hebe», añadió. Desde Madres, la réplica fue tajante: «Ella ni lo conoce a Gotkin, ni estaba en Buenos Aires el día de esa supuesta firma»..
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