PINTADAS OFENSIVAS APARECIERON EN EL PARQUE DE LA MEMORIA
«Fuera zurdos», «30 mil hijos de p…», «Cristina puta», «Macri puto», fueron las pintadas que aparecieron el 24 de marzo en el monumento que recuerda a los desaparecidos en la Costanera Norte. Presentaron la denuncia en la comisaría 51ª.
Manos cobardes, anónimas y resentidas dejaron ayer su huella, nostálgica de la dictadura, al ensuciar con pintadas ofensivas el Parque de la Memoria, ubicado en Costanera Norte. El monumento principal con los nombres de los desaparecidos no fue atacado, pero las pintadas quedaron en las paredes del salón de actos. «Fuera zurdos» y algún insulto tanto a la presidenta Cristina Kirchner como al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, fue el daño que llegaron a hacer, antes de ser descubiertos por la custodia del lugar. «Esto no es casual, fue la noche del 24 de marzo, es un mensaje», afirmó Daniel Lipovetsky, secretario de Inclusión y Derechos Humanos de la Ciudad.
Los guías que trabajan en el Parque de la Memoria fueron los primeros en advertirlas e inmediatamente recorrieron todo el predio para verificar si no había más de estas señales de vandalismo. Con alivio comprobaron que el monumento que lleva inscriptos unos 10 mil nombres de las víctimas del terrorismo de Estado, según el informe de la Conadep, estaba intacto, al igual que las esculturas del Parque.
Con aerosol verde fluorescente y negro llegaron a escribir «30 mil hijos de p…», «Cristina puta», «Macri puto» y «Zurdos de mierda» sobre las paredes del salón de usos múltiples PAyS (Presentes, ahora y siempre). Todo indica que la pintura puede ser quitada sin dañar esos muros, y esa tarea comenzará el lunes.
El Parque de la Memoria tiene custodia a cargo de una empresa de seguridad, y el jueves a las 23.30 uno de sus empleados detectó a unas 4 o 5 personas que perpetraron el atentado, pero al ser descubiertas huyeron. «Seguramente hubieran hecho más daño», especuló Lipovetsky en diálogo con Página/12. El funcionario hizo la denuncia en la comisaría 51ª, que será investigada por la fiscalía de zona norte. «No hay que minimizar ni subestimar este hecho, por eso lo repudiamos, lo comunicamos y vamos a seguir la investigación. Parece increíble que pasen estas cosas en la Argentina actual», opinó el secretario. Este diario le preguntó a qué atribuye que sigan pasando. «Quedan resabios de intolerantes minoritarios. Gracias a la lucha de los organismos de derechos humanos hoy la memoria y los derechos humanos son parte de la sociedad y todos los gobiernos los defendemos. Desde el Gobierno de la Ciudad tenemos el Parque y lo cuidamos, hacemos obras, pero sin perjuicio de ese relativo consenso todavía hay grupos minoritarios que hacen estas cosas, como un mensaje de que aún están allí, como las pintadas al local de Familiares y otros de la zona de Congreso hace poco tiempo», fue la respuesta.
No hay antecedentes de ataques al Parque desde su creación, a excepción de la rotura de unas plantas cuando aún se encontraba en construcción. Más allá de la custodia, su aislada ubicación, frente al Río de la Plata y en una zona no habitada, lo hace un blanco fácil para este tipo de episodios.
Con el objetivo de demostrar que «no nos van a amedrentar», Lipovetsky dijo que no se suspende la inauguración prevista para hoy a las 11 del artista uruguayo Luis Camnitzer, Memorial, sobre un trabajo con las guías telefónicas y los desaparecidos. «Uno se acerca a las hojas de la guía, donde insertó los nombres de los desaparecidos, y cuesta encontrarlos, como una metáfora del esfuerzo que costó ir avanzando estos años contra la impunidad», sintetizó el funcionario del gobierno porteño. La obra estuvo expuesta en el Museo de la Memoria de Montevideo.
«Al intercalar alfabéticamente en la guía de teléfonos los nombres de las personas desaparecidas durante la dictadura militar en Uruguay, Camnitzer actualiza la experiencia de la ausencia física de cientos de personas y la denuncia por la falta de justicia ante su desaparición por parte del Estado», expresó Florencia Battitti, curadora del Parque de la Memoria. «En términos estéticos la operación es reductiva, austera; el gesto autoral, programáticamente mínimo y modesto. La elección del dispositivo a intervenir tampoco resulta inocente: Camnitzer literalmente ‘hace espacio’ entre los nombres de los actuales ciudadanos uruguayos para introducir la presencia insoslayable de quienes fueron privados de sus derechos primero y de su propia vida después. En sintonía con una línea de trabajo que abarca ya cinco décadas, el artista concibe a la palabra como un elemento visual primordial en su propuesta y resignifica objetos y contextos de uso cotidiano al utilizarlos de manera no ortodoxa», agregó Battitti en la presentación de la muestra.
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