Los investigadores indican que las manchas son anormales para un caso de suicidio ya que la bala en la cabeza que mató al procurador no tenía orificio de salida
Los investigadores estudian las manchas de sangre halladas en el espejo del baño donde se encontró muerto al fiscal Alberto Nisman, anormales para un caso de suicidio ya que la bala en la cabeza que mató al procurador no tenía orificio de salida.
Los peritos buscarán determinar la dirección, velocidad y la trayectoria del disparo y también si la víctima estaba quieta o se movía cuando se produjo, lo cual se puede establecer según las gotas de sangre halladas en la escena.
«El arma que se utilizó –una pistola Bersa calibre 22 largo– es de gran letalidad porque tiene fuerza de entrada pero no de salida. Además, tiene un trayecto errático», explicaron peritos expertos al diario Perfil.
«Llama la atención la salpicadura en el espejo porque es improbable que suceda, excepto que sea producto de una sobrevida o que la bala haya tocado una arteria cuando ingresó a la cabeza, pero esta pericia puede determinar si se trata de una escena plantada (fabricada) o no», agregaron las fuentes.
Aunque las primeras pericias descartaron la intervención de terceras personas, el suicidio no ha sido confirmado y las contradicciones y cabos sueltos aumentan la confusión respecto a la eficacia de la investigación.
Tras no haber encontrado restos de pólvora en la mano de Nisman, la fiscal del caso, Viviana Fein, se encuentra a la espera del cotejo del ADN y del examen balístico para determinar definitivamente si la bala que mató a Nisman salió del arma calibre 22 encontrada junto al cuerpo.
El arma había sido facilitada por un colaborador, Diego Lagomarsino, quien visitó el domicilio del fiscal un día antes de la muerte y no fue registrado por los policías encargados de la custodia de Nisman.
A pedido de la jueza de la causa, Fabiana Palmaghini, una custodia del cuerpo de Gendarmería nacional protege desde anoche a Lagomarsino, a quien el viernes se le prohibió la salida del país.
También se cuestiona la distancia a la que se realizó el disparo, ya que si bien inicialmente se había apuntado que se realizó apoyando el arma sobre la cabeza o a escasos centímetros, nuevas pericias podrían indicar que la bala salió a unos 15 centímetros del cráneo, según informaron fuentes judiciales al diario Clarín.
Además, se revisan las cámaras de seguridad del exclusivo edificio donde vivía Nisman y las llamadas telefónicas realizadas y recibidas en los días previos al deceso.
Por su parte, la exmujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, que declaró durante más de ocho horas y pidió presentarse como acusación particular en nombre de sus dos hijas, menores de edad, se plantea pedir una segunda autopsia.
Su testimonio es clave para aclarar los motivos por los que el fiscal interrumpió precipitadamente sus vacaciones en Europa el pasado día 12 y regresó a Buenos Aires, donde dos días después presentó la denuncia contra Cristina Fernández de Kirchner, el canciller, Héctor Timerman, y otros dirigentes.
Fuente: EFE
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