La agencia recaudadora ha acumulado inspecciones tan oportunas como intimidatorias. No es la primera vez que esto sucede.
Semanas atrás, los inspectores del organismo público visitaron la panadería de la mujer que preside el comedor comunitario en Tucumán que había albergado a Jorge Lanata para hacer uno de sus programas de televisión. Esta semana la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner destapó que una firma inmobiliaria «no presenta declaraciones a de ganancias desde el año 2007», luego de que sus socios hablaron de «desaceleración económica» en el diario Clarín. El discurso recibió críticas, entre otros, de Adepa y la UCR, que apuntaron contra la utlización que el Gobierno hace de la AFIP como herramienta de presión política. Luego, apenas estalló la enemistad con el Grupo Clarín, el multimedios sufrió un operativo con más de 200 inspectores en su sede central.
La actuación de Echegaray logró remover sin sumario previo, ni acto fundamentado al marido de la jueza María José Sarmiento, quien había frenado el uso de las reservas en el Banco Central y quien pidió sustituir a Martín Redrado al frente de la entidad, según recuerda hoy el diario La Nación.
En 2012, uno de los casos más paradigmáticos es la actuación de la AFIP en el caso Ciccone. Echegaray se presentó ante el juez para informar que pediría la quiebra de la imprenta, por entonces en manos de Héctor y Nicolás Ciccone. Sin embargo, dio su aprobación y levantamiento de la quiebra cuando desembarcó Alejandro Vandenbroele.
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