Moyano gestiona con los caceroleros para ampliar su protesta, busca apoyo adicional para evitar que la manifestación sindical del miércoles pierda impacto
El pragmatismo gremial y su nuevo núcleo de alianzas empujaron a Hugo Moyano a tratar con actores inesperados. Preocupado porque vislumbra que no será sencillo cumplir con su anhelo de mezclar a los sectores medios con la militancia gremial durante la protesta del miércoles, dio la orden de activar contactos con los caceroleros que orquestaron las movilizaciones del 13-S y del 8-N.
Los primeros acercamientos fueron tibios y subterráneos, como una exploración en terreno desconocido. El dirigente de la CGT que dio el primer paso con los blogueros, como los definen en Azopardo 802, tuvo que hacer un curso acelerado en redes sociales. El gremialista apenas sabía comunicarse con los mensajes de texto del teléfono. Al comienzo fue un obstáculo, pero ya parece que es una etapa superada.
Surge una mutua desconfianza tanto en la CGT como entre los impulsores de las marchas opositoras con cacerolas. Sin embargo, en el último cruce de mensajes, la semana pasada, hubo una suerte de principio de acuerdo. Los gremialistas consiguieron frenar que desde las redes sociales se impulsara a una movilización para el día previo al 7-D. Ahora, el desafío es sumarlos para que vayan el 19 a la Plaza de Mayo. «No hay un sí, ni un no. Dijeron que lo están analizando», dijo a LA NACION un gremialista que tuvo contacto con uno de los caceroleros.
Los organizadores de las movilizaciones del 13-S y del 8-N administran unos 45 grupos de Facebook. Entre ellos, El Cipayo, El Anti K, Yo no voté a la Kretina y Ud y ONG Salvemos a la Argentina. En la CGT no quisieron precisar con cuál de todos ellos habían hablado. Prefieren mantenerlo en reserva por temor a que genere cortocircuitos internos en la central. Moyano les dejó abierta una puerta. «A la protesta vengan todos los que necesitan respuestas», dijo, sin rechazar que hubo algún lazo con los blogueros.
Mientras tanto, Moyano ensaya una estrategia discursiva como herramienta de persuasión. Prevé incluir temas como la inseguridad y los embates del Gobierno a la Justicia para seducir a los descontentos del kirchnerismo que estén por fuera de la frontera gremial. El mismo camino, tal vez, tome Pablo Micheli, otro de los impulsores de la marcha. En la CTA de Micheli también domina la preocupación por la masividad de la protesta, que no está garantizada.
Ambos dirigentes harán hincapié en los reclamos sindicales por mejoras salariales y en la necesidad de una reforma del impuesto a las ganancias. Volverán a demandar un aumento para los jubilados y pedirán por la universalización de las asignaciones familiares. Y caerán con críticas sobre el eventual pacto social que puedan acordar el Gobierno, los sindicatos aliados y las cámaras empresariales de cara a 2013. Tal vez, evoquen antiguos pactos sociales que no dieron resultado, «como el del 54 o el de 1994, que derivó en la flexibilización laboral», instruyó una calificada fuente ceteísta.
Moyano y Micheli serán los principales oradores del acto del miércoles. Quedó descartado Luis Barrionuevo, que aportará manifestantes de la CGT Azul y Blanca para engrosar las filas. Lo mismo hará Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria.
A pesar de las coincidencias para marchar el 19, la alianza entre Moyano y Micheli tambalea. Hubo debates internos y el acuerdo ya tendría una inminente fecha de vencimiento: 2013. Las elecciones legislativas bifurcarán inevitablemente sus caminos. La CGT no se apartará de su genética peronista e intentará jugar activamente en la interna del Partido Justicialista. La CTA, en tanto, apuesta al salto de la Corriente por la Unidad Popular que encabezan Claudio Lozano y Víctor De Gennaro, actual diputado nacional del Frente Amplio Progresista (FAP).
Ni en la CGT ni en la CTA esconden las diferencias. Hay ejemplos: gremios moyanistas se bajaron de la protesta del miércoles. Y en la CTA, Micheli debió soportar planteos por su alianza con el camionero. Así y todo, Moyano y Micheli avanzan, con la esperanza de que el miércoles pueda ser su propio 8-N.
Fuente: La Nación
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