Masiva marcha cerró con triunvirato abucheado y debilitado por escándalo. Incidentes obligaron a adelantar discursos, que fueron breves con críticas a la política económica y no se llegó a leer el documento elaborado por la CGT.
El acto más masivo del sindicalismo contra Mauricio Macri terminó para los dirigentes con el sabor amargo de un hecho inédito en la historia reciente: jefes sindicales abucheados, escupidos y agredidos por participantes.
Los incidentes al término de los discursos del triunvirato de la CGT, de todos modos, no le evitaron al Gobierno el disgusto de comprobar que la capacidad de movilización de los gremios se mantiene intacta, con el agravante de que sectores de la política -se apuntó a La Cámpora de distritos como Berazategui- están en condiciones de radicalizar la protesta.
Como había adelantado este diario la fecha de un eventual paro nacional quedó en una nebulosa a pesar de las demandas airadas de un amplio sector de los concurrentes. Los jefes Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña dieron por hecho que esa medida se concretará pero cometieron furcios al señalar, de manera ambigua, que podría ser a fines de marzo, a principios de abril o incluso (el dirigente de Sanidad) hacia fin de año. En cualquier caso la presunción generalizada es que es ínfimo el margen para no llevarlo a cabo.
La asistencia al acto superó todas las expectativas. Desde los más conservadores, que hablaron de 200 mil personas, hasta los organizadores criteriosos que la llevaron hasta 400 mil, en cualquier caso se trata de una movilización que en la historia reciente tiene como único rival la que organizó Hugo Moyano para la reelección de Cristina de Kirchner en 2011 sobre la avenida 9 de Julio.
La salvedad es que en esta ocasión se sumaron las dos versiones de la CTA, organizaciones sociales como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa, partidos de oposición con el Frente para la Victoria a la cabeza y hasta grupos de empresarios pyme, así como columnas de partidos de izquierda y gremios clasistas que marcharon por separado.
Los discursos del triunvirato fueron cortos y giraron sobre los mismos tópicos: críticas al rumbo económico, recriminaciones por los incumplimientos del Gobierno y de los empresarios a los compromisos asumidos en las mesas de diálogo y amenazas de paro.
Acuña dijo que «antes de fines de marzo o a principios de abril» se hará una huelga nacional; Schmid exigió un «diálogo sólido» a diferencia de los intentos del año pasado, y Daer cuestionó la «política económica y social» del Ejecutivo. Los tres sufrieron abucheos desde la parte posterior del palco y por parte de algunos concurrentes de las primeras filas.
Por acción u omisión el nombre Moyano volvió a ser protagonista. Hugo Moyano estuvo ausente y se notó: en sus varios años como secretario general de la CGT nunca sufrió una rechifla como la de ayer y su mecanismo de seguridad -implacable y siempre al límite de estallidos violentos- históricamente garantizó la salvaguarda propia y de los dirigentes que lo acompañaban.
Pablo Moyano, presente ayer en el palco -fue de los últimos en llegar- fue visto mientras azuzaba a un sector de la concurrencia que reclamaba ponerle fecha al paro. Sus custodios tuvieron cruces con los referentes de Berazategui ubicados detrás del palco, y el mecanismo de seguridad de Camioneros se retiró junto con el dirigente, lo que dejó el camino despejado para que gremialistas como Schmid o Acuña fuesen agredidos.
Daer señaló en particular a militantes enviados por Juan Patricio Mussi, el intendente de Berazategui. En CGT también mencionaron a personas referenciadas en el jefe comunal de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y a militantes del gremio de entidades civiles y deportivas Utedyc, que hoy milita en el sector de Gerónimo Venegas, opositor al triunvirato.
Los insultos y el inicio de incidentes obligaron a adelantar una hora el inicio del acto y a cortar la extensión de los discursos. Tampoco se llegó a leer un documento en el que la CGT reclama «reorientar la política económica» como condición para poner en suspenso su plan de medidas de fuerza.
El estallido final pareció darles la razón a quienes en el Consejo Directivo de la organización alentaban la definición de una fecha para el paro, como los gremios industriales y Luis Barrionuevo, que en el último tiempo giró de un apoyo a Mauricio Macri a ser el más virulento opositor a mantener el diálogo con el Ejecutivo.
Fuente: Ámbito
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