Dura crítica de la Presidenta a empresarios y gremialistas. Por cadena nacional, los llamó a no «fugar» divisas y a moderar los reclamos salariales; insinuó una quita de subsidios en tarifas de electricidad y gas; anunció aumentos en jubilaciones y planes escolares
En tono duro y épica combativa, la presidenta Cristina Kirchner lanzó ayer fuertes críticas a los empresarios y sindicalistas, en el contexto de la apuesta del Gobierno por frenar la disparada de la inflación y contener una puja salarial que se vio potenciada por la devaluación del peso.
Lo hizo en el escenario que más le gusta, el Salón de las Mujeres, en la Casa Rosada, luego de anunciar un aumento de las jubilaciones de 11,31% a partir de marzo, que llevará el haber mínimo a 2757 pesos, y una suba de la asignación por ayuda escolar anual de 170 a 510 pesos.
Después de haber evitado referirse a asuntos espinosos de la economía en sus últimas apariciones públicas, la Presidenta aprovechó ayer la nueva cadena nacional para fijar posición: exigió que se cumplan los acuerdos de precios, pidió a los hombres de negocios que no «fuguen» divisas, reclamó moderación a los gremios y hasta deslizó la posibilidad de una quita de subsidios a las tarifas de servicios como luz y gas, cuando sostuvo que «no es justo» que perciban esos beneficios aquellos que tienen capacidad para comprar dólares.
«No vamos a permitir que sigan saqueando el bolsillo de los trabajadores», dijo la Presidenta, ante una amplia convocatoria de gobernadores, intendentes, legisladores, referentes sindicales y de las cámaras empresariales. En los patios internos de la Casa Rosada retumbaban los cantos de los jóvenes militantes kirchneristas, a los que, en una modalidad que repitió ayer, pasó a saludar luego de su discurso y dedicó una breve arenga.
Los primeros segundos de su intervención de ayer a la tarde estuvieron dedicados a los medios. «Hay tanta cadena con mala onda y desánimo que me pareció oportuno hacer esto», empezó, en una alocución que fue ganando intensidad. Estaba vestida ya sin ningún resabio del luto que llevó durante poco más de tres años: lucía un vestido color champagne, un collar de perlas y stilettos marfil.
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En un gesto para reivindicar su gestión y en un juego irónico de palabras por la escalada de los precios, la Presidenta hizo un repaso particular. Encabezó una decena de frases con el latiguillo «aumentamos» para luego enumerar una lista de «logros», entre otros, los puestos de trabajo generados, las escuelas, las nuevas universidades y obras de infraestructura. A cada oración, como un ritual, le respondía una andanada de aplausos. Sobre todo, acompañaban los jóvenes de La Cámpora ubicados cerca del atril, como Andrés Larroque, Juan Cabandié y Eduardo De Pedro, y legisladores del kirchnerismo duro, entre ellos Carlos Kunkel y Edgardo Depetri.
No la pasó tan bien Antonio Caló, el líder de la CGT. Llegó temprano, de camisa de mangas cortas rosa y jeans, y se sentó en primera fila, junto a Oscar Romero, diputado y dirigente del gremio de los mecánicos. Quizá no esperaba el reto público de la Presidenta. «Yo el otro día escuchaba tu frase, Antonio, cuando decías que el salario no alcanza para comer. Yo no creo que haya algún argentino que se muera de hambre», lo cruzó. El jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), desde ese momento, siguió visiblemente incómodo las palabras de Cristina, que volvió a ocuparse de los gremios minutos más tarde, cuando los llamó a colaborar en el control de los precios.
«Cuando veo a dirigentes sindicales frente a maniobras especulativas plantear como única solución el aumento de salarios y punto, creo que no se entiende lo que está pasando y que se quiere entrar en un desfiladero en el cual los únicos perjudicados van a ser los trabajadores», remarcó. Ésa es la línea argumental del Gobierno. «Más que discutir porcentajes, deberían defender el empleo», abonó un funcionario a LA NACION.
Anoche había malestar en el sindicalismo alineado con Olivos. Sentían que Caló, que se retiró a toda velocidad y sin hacer declaraciones, había sido vapuleado. También hubo palos para los opositores. Sobre todo, cuando mencionó que los que más compraron dólares en la última semana, después de la apertura parcial del cepo cambiario, fueron de «uno de los gremios que más ganan». Encabezan ese podio los camioneros, liderados por Hugo Moyano, y los petroleros.
Con el mismo énfasis, Cristina apuntó contra el empresariado local. Entre los asistentes, estaban Héctor Méndez, de la Unión Industrial Argentina, y Gustavo Weiss, de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). «Los empresarios tienen asegurada la ganancia y la demanda. Pero es necesario que en lugar de fugar al exterior las divisas, con contado con liqui, o con todas las maniobras que se hacen, las reinviertan en el país», los exhortó.
Otra vez, Cristina recurrió a tapas de diarios impresas en tamaño grande para ilustrar sus párrafos. Esta vez le arrimaron una portada de Página 12 que mostraba una investigación sobre explotación laboral en Misiones. «Miren la ristra de chorizos. Seguro que era la comida que le daban», interpretó. «¿Qué temperatura hace allá Maurice?», le preguntó al gobernador Maurice Closs, sentado junto con sus colegas. «Cuarenta», le respondió. «¡Con ese calor! Me dieron ganas de llorar», dijo la Presidenta, antes de criticar, aunque sin mencionarlo, al propietario consignado en el informe periodístico, el ex mandatario Ramón Puerta.
A lo largo de 40 minutos, la Presidenta volvió a subrayar los conceptos troncales de su pensamiento económico: que el aumento del poder adquisitivo no produce «invariablemente» inflación, que no aplicará políticas de ajuste sino de «equidad», e instó a construir una «burguesía con conciencia nacional». Y fue, en sintonía con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, preparando el terreno para una eventual quita de subsidios. «En aquel momento surgieron para apuntalar el consumo», explicó. Ahora, hay sectores que, dijo, ya no necesitarían ese beneficio.
Cristina se mostró más dura que otras veces, sobre todo, desde su regreso después de la cirugía por un hematoma intracraneal. Usó, sobre el final, una fábula para expresar su intención. «Vieron la del escorpión con la rana, ¿no? Les aclaro que no tengo vocación de rana, eh, y sé nadar», les aseguró a sus seguidores..
Fuente: La Nación
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