Los expertos piden respetar la naturaleza en los nuevos desarrollos urbanísticos como solución a largo plazo ante estos eventos; el cambio climático, los desmontes, los efectos del monocultivo y la falta de obras, las causas del desastre hídrico
El cambio climático, con lluvias cada vez más extremas, frecuentes e imprevisibles, es una causa que nadie discute. Pero no es la única. Los desmontes, la falta de obras de infraestructura, las urbanizaciones no planificadas, los efectos del monocultivo en la tierra y la inclusión de flora no autóctona son otros elementos que, según coinciden los especialistas, contribuyeron al desastre ocurrido en la zona centro del país, con inundaciones y crecidas que dejaron pueblos bajo el agua, más de 5000 evacuados y doce muertos.
La solución que proponen para mitigar el impacto de estos eventos climáticos cada vez más habituales es a largo plazo: la infraestructura verde, planificar el desarrollo en función de la naturaleza, y revalorizar el efecto esponja de bosques y humedales, que cumple con la regulación del ciclo hídrico en el ecosistema.
«Resulta sencillo atribuir estos eventos a situaciones climáticas particulares, y desentenderse de las responsabilidades de quienes deben velar por la integridad de la sociedad y anticiparse a este tipo de eventos. No obstante, estas situaciones pueden preverse, y sus impactos, minimizarse», dice Diego Moreno, director general de la Fundación Vida Silvestre Argentina.
Según cuenta Moreno , existen modelos climáticos teóricos que se van confirmando. «En primer lugar, hay que planificar el desarrollo urbano en función de la naturaleza. Evaluar qué áreas son riesgosas y planificar el uso y manejo de las cuencas hídricas», dice.
Para Jorge Cappato, director general de la Fundación Proteger, este desastre corrió un telón y mostró la magnitud de la degradación de los ecosistemas. «Lo más preocupante es el sistema agrario. La orientación tecnológica de cultivos intensivos y ganancias en el corto plazo tiene un costo para el ambiente y para la sociedad. El problema es que el monocultivo terminó con las cortinas forestales, los montes de reparo y el arbolado de caminos rurales», dice.
Cappato habla de tres elementos clave para el «efecto esponja verde»: los bosques, los humedales y el mismo suelo. Una función que por limitaciones tecnológicas y económicas no puede ser reemplazada por ninguna infraestructura o maquinaria desarrollada por el hombre. «Con infraestructura verde probablemente no vamos a evitar futuros desastres. Pero con seguridad podemos minimizar el impacto económico y social -dice-. La materia gris la tenemos. Ahora hay que sacarla de la academia y acercarla a quienes pueden llevar a cabo políticas públicas.»
El biólogo Federico Kopta, coordinador del Foro Ambiental Córdoba, explica a LA NACION que a inicios del siglo XX de las 16 millones de hectáreas de la provincia, 12 eran bosques. Hoy sobreviven 600.000 hectáreas, la mayoría reemplazadas por cultivos y flora exógena con un impacto notable en la protección de los suelos y en los ritmos de infiltración. «La flora autóctona, con sus raíces y hojarasca, sostiene el suelo y evita que sea arrastrado, retiene el agua y la administra a lo largo del tiempo -dice-. Cuando se pierde, todos esos procesos se ven acentuados, en particular en la zona serrana.»
Respecto a la ley de bosques provincial, dice que no frenaba el desmonte, ya que, por ejemplo, permitía que zonas de «máxima protección» pasaran a «mínima» si se le hacía infraestructura de riego. También menciona los emprendimientos inmobiliarios que, en muchas casos, implican la tala de árboles y la impermeabilización del suelo por cemento, lo que complica el escurrimiento del agua.
Osvaldo Barbeito, geólogo e integrante del Centro de Investigación de la Región Semiárida, coincide en que, además de la protección del bosque nativo, es imperiosa una planificación urbana respetuosa del perfil geomorfológico de los ríos y de su cauce histórico. Plantea que un río tiene un lecho ordinario, definido por orillas claras. Después, hay un lecho de carácter histórico o episódico que se activa en largos períodos de tiempo. «Se están ocupando zonas incorrectas que tienen que ver con este cauce histórico», dice.
Sobre la infraestructura en Córdoba, el ruralista y ex presidente de Cartez Néstor Roulet afirma que las rutas siguen como «hace 40 años» e insiste en que los $ 2000 millones aportados por los productores rurales al Fondo de Infraestructura no tuvieron los resultados esperados: «De las cinco cuencas apenas se hizo algo en una y el resto sigue cada vez peor». El presidente de la Asociación de Consorcios Camineros, Antonio Picca, señala además que le planteó al gobierno provincial la necesidad de hacer «una sistematización, a fin de que el agua quede en el lugar donde cae mediante lagunas de retención».
Fuente: La Nación
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