Son administradores de páginas de Internet, que organizaron las protestas del 13 de septiembre y agitan otra para el 8 de noviembre; reniegan de los políticos, pero tienen lazos con opositores
Sentados en el living de un cuarto piso en un departamento del centro, siete personas llevaban dos horas debatiendo si era mejor el 8 o el 15. «Ya lo largaron. Tiraron el 8», anunció un joven mirando su celular. La discusión se terminó. La página Yo no voté a la Kretina y Usted? lo había resuelto. Había anunciado la fecha del próximo cacerolazo, lo que pocas horas más tarde sería el 8-N. Los siete estaban enojados porque el acuerdo era que lo decidirían entre todos. Ahora sólo quedaba acompañar.
Todos los participantes de ese cónclave son administradores de páginas de Facebook que, entusiasmados por el éxito del 13-S, trabajan hoy desde sus casas, sus trabajos y sus teléfonos celulares en volver a reunir adeptos; esta vez, para noviembre. Aquella noche definieron la consigna: «Basta» y lanzaron los primeros volantes a la Web, obra de un diseñador que jamás reveló su identidad.
Aunque evitan identificarse como «organizadores», lo cierto es que detrás de los cacerolazos existe una organización. Gente que se conoce, que se reúne periódicamente, que está siempre en contacto y que ya tiene sus propias disputas y celos. Algunos hablan abiertamente, pero la mayoría sólo acepta comunicarse desde el teclado. Sí o no a la exposición pública es uno de los motivos de pelea.
En los últimos cuatro meses fijaron consignas que se juraron respetar a rajatabla; la primera, que las protestas deben ser apartidarias. Eso incluye que ningún partido va a capitalizar -en lo que de ellos dependa- las movilizaciones ni decidir qué harán, pese a que varios administradores admiten haberse reunido con opositores como Elisa Carrió y Patricia Bullrich, y haber escuchado sus consejos. Algunas veces los siguieron y otras no, cuentan, como cuando Bullrich les recomendó como fecha concentrarse en el 10 de diciembre.
Las páginas y grupos vinculadas a los cacerolazos son cerca de 45 y su contenido llega a decenas de miles de personas. Los administradores de los más representativos repiten que no tienen líderes y que son difusores de un movimiento que los excede.
La conexión entre ellos empezó en el cacerolazo del 14 de junio, relatan. Días después se hizo la primera reunión, en una oficina de la avenida Córdoba. «Fui a Santa Fe y Callao y ahí tomé contacto con varios que hasta ese momento sólo conocía de Internet», cuenta Marcelo Morán, administrador de El Anti K, una página con más de 42.900 adherentes, es decir, personas que le dieron click a «me gusta» en la página y reciben todo lo que él postea. Según Morán, ese número crece de a 500 en cada discurso de la Presidenta. «Sin que hagamos nada. Ella habla y se dispara», cuenta Morán. Es abogado y vive en San Miguel. Está de novio con Mariana Torres, a quien conoció en la página No a la renuncia de Julio Cobos, también creada por él. En estos días, ella coadministra El Anti K.
«La cibermilitancia es muy valorada hoy. Nosotros hacemos política, pero no somos como los militantes de los partidos. Ellos son fanáticos. Yo no me caso con nadie», dice Torres, contadora. En 2011 votó a Carrió.
«En los 70 pintábamos con cal y negro humo y hoy usamos Facebook», replica, desde la otra vereda, Jorge Ottone, un personaje temido por los administradores antikirchneristas. Él, que tiene en su perfil una foto con la Presidenta, responde al vicegobernador Gabriel Mariotto y fue funcionario de la Secretaría General de la provincia. Ahora se trenza todos los días en alguna pelea. «No me importan las cacerolas, aunque sean un millón, el tema es cómo se transforma eso en política real, que requiere votos. Los caceroleros tienen derecho a expresarse, pero van a estar en un problema porque su líder, el unificador de sus ideas, Jorge Lanata, no va a ser candidato», dice, provocador.
En efecto, todos los administradores consultados coincidieron en que nadie aglutina como Lanata.
A los opositores, en general, los evitan. «La protesta también es para la oposición, instándolos a que se pongan de pie», dijo a LA NACION uno de los administradores de una de las páginas más grandes.
Admiten, no obstante, que tienen diálogo con dirigentes de muchos de los partidos opositores, como Pro, la Coalición Cívica y el peronismo federal, y que dirigentes del macrismo, por ejemplo, se contactaron para decirles que acompañarán el 8-N.
Hay acuerdo en que nadie llevará identificaciones partidarias y los políticos caminarán mezclados entre la gente. «La cosa crece y es normal que empiece a haber reuniones y charlas», dijo a LA NACION Patricia Bullrich. Según ella, «mucha gente» de su partido integra «los grupos que marcan el ritmo de las convocatorias».
A la cabeza de los menos queridos por los ciberantikirchneristas están la Presidenta, Guillermo Moreno y Amado Boudou. En los últimos tiempos, también despertó bronca el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, que afirmó que a los caceroleros del 13-S «les importa más lo que ocurre en Miami que en San Juan». Pero es menos conocido y, por eso, lo que se sube de él provoca menos impacto, dicen los administradores.
«Yo no soy oligarca ni golpista», se quejó Marcelo Bustos, 32 años, de Ciudadanía Activa. Su primera experiencia fue en un escrache a Carlos Menem frente al hotel Presidente, pero dice que su intención es trascender la queja: «Queremos pasar a una acción más concreta». Su agrupación tiene 445 miembros activos en Facebook y reuniones propias.
Por ahora, Bustos dice que está concentrado en el 8-N. «Pensamos hacer remeras y venderlas para que la gente las lleve al cacerolazo», cuenta. Según él, «un mínimo de estrategia» es necesario. Recibe a LA NACION en la inmobiliaria de su familia en la que trabaja, en Palermo, donde siempre está conectado a Facebook y a Twitter. «En el rubro, ahora tengo tiempo», se sonríe.
Bustos, como casi todos los consultados, coincide en que decidieron verse las caras porque Internet tiene fallas. El peligro de ser operados por infiltrados oficialistas (a quienes ellos llaman «kukas») y los problemas para coordinar acciones rápidas fueron los principales factores.
El promotor de los encuentros fue Lucho Bugallo, de 31 años, oriundo de Ascensión, un pueblo rural bonaerense. Es un lazo clave de los caceroleros con dirigentes de la oposición. En Ascensión, estaba en Federación Agraria y cuando se instaló en Buenos Aires se sumó al ateneo de la Sociedad Rural. Hizo un curso en la fundación Fragua, que presidía Max Gulmanelli, actual funcionario del gobierno porteño, e integra Soy Fiscal, organización dedicada a capacitar a fiscales electorales, de la que participa el rabino Sergio Bergman. Bugallo creó Red de Encuentro Ciudadano (REC), con gente de partidos como Unión por Todos y la Coalición Cívica. Todos los martes hacen charlas en la Legislatura porteña.
De los administradores de páginas, los más representativos están divididos en dos facciones, que tienen rispideces, pero mantienen algún nexo. Para coordinar estrategias, los principales administradores tienen otros grupos que no son públicos, donde dialogan sólo ellos.
Bugallo colabora con El Cipayo (17.083 adherentes), página que es una de las referentes. Pero él no es El Cipayo, cuya identidad es un misterio. En lo que a intrigas respecta, el mundo de los ciberopositores está lleno. Identidades falsas, colaboradores secretos, acusaciones de infiltración… Hoy nada de eso importa. Todos se centran en el 8-N. Qué pasará con ellos después es otro misterio.
RADIOGRAFÍA
QUIÉNES SON. Hay unos 45 grupos de Facebook que participan de la organización de los cacerolazos. Entre ellos, El Cipayo, El Anti K, Yo no voté a la Kretina y Ud? y ONG Salvemos a la Argentina.
NEXOS. Desde hace unos cuatro meses, los administradores de las páginas más reconocidas están en contacto entre sí para difundir el cacerolazo del 8-N.
MARIANA TORRES
Administradora de página Web
«Hacemos política, pero no somos como los militantes de los partidos. Yo no me caso con nadie».
Fuente: La Nación
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