Frente a un aumento del 50 por ciento en los valores de la carne al mostrador, la demanda doméstica se incrementa levemente por encima de los
El consumo muy firme, que está sosteniendo cotizaciones para el novillo en Liniers 50 por ciento más altas que a principios de noviembre pasado, es un dato central.
No hay un problema de oferta: en los dos primeros meses del año, pese a las lluvias y a la incertidumbre, la faena resultó casi idéntica a un año atrás (-0,6 por ciento).
Es más: al mantenerse la faena y reducirse drásticamente las exportaciones (en el primer bimestre habrían caído un 30 por ciento), hasta ha aumentado el volumen de carne destinado al consumo, incrementándose la ingesta con respecto a un año atrás.
Las evidencias sobre la firmeza del consumo son impresionantes: frente a un aumento del 50 por ciento en los valores de la carne al mostrador, la demanda doméstica se incrementa levemente por encima de los
Toda esta evolución del mercado se da en un momento en que la inflación erosiona el poder de compra de los salarios, y los alimentos –no sólo la carne vacuna– aumentan de precio muy por encima del índice general.
En el corto plazo, estamos asistiendo a una caída –estimada en un 10 por ciento– en los salarios reales, al afrontar el grueso de la población asalariada un escenario de “precios nuevos con salarios viejos”.
En enero y febrero se dieron episodios de reducciones circunstanciales de la oferta, a causa de la devaluación, de la incertidumbre y de las continuas lluvias, pero pese a que luego la oferta se recuperó, los precios del ganado y de la carne no retrocedieron.
El papel de la exportación en toda esta suba es marginal, pasando del siete al cinco por ciento de la demanda total en menos de tres meses.
Tampoco debe sobredimensionarse el papel de la suba del cuero, porque este subproducto representa sólo el ocho por ciento del peso del animal, y su espectacular suba (200 por ciento en tres meses) sólo explicaría una cuarta parte de la suba del precio de la hacienda de noviembre para acá.
Precios
Puede afirmarse que la carne vacuna estaba hasta hace poco muy atrasada con respecto al precio de otros alimentos (farináceos, lácteos, etcétera), pero su precio al mostrador no está precisamente atrasado con respecto a los salarios.
Si tomamos como base octubre del 2001=100 (es decir, a finales de la convertibilidad), el nivel general de los salarios, sean estos privados, formales, informales y públicos, ha subido 8,6 veces hasta fines de enero último, mientras que el precio de la carne vacuna al mostrador lo ha hecho 14,7 veces.
Si la base que se elige es abril del 2008, la diferencia también es significativa: los salarios subieron 3,5 veces y la carne vacuna creció 4,5 veces.
Todos estos datos confirmarían la inelasticidad de la demanda por carne vacuna, y mostrarían que la “preferencia” de los consumidores argentinos por la carne vacuna es creciente.
Un exportador nos comentaba en estos días que el sector ha visto con perplejidad la reciente suba en el precio del ganado: “Nuestro sector ha tenido en los últimos cuatro meses una mejora en el tipo de cambio del 35 por ciento, pero cuando intentamos utilizar ese mayor poder de compra en el mercado de hacienda en pie, el consumo mejora el valor del novillo en un 50 por ciento y nos deja afuera de la pulseada”.
Es cierto que el atraso en el tipo de cambio es muy grande, y no se resuelve –como ha quedado a la vista– con una devaluación nominal del 35 por ciento, que en términos netos de inflación estará agotada ya para mediados de año, pero lo que hemos visto en enero y febrero es que es muy difícil reducir el consumo interno por debajo de los 60 kilogramosper capita.
Remates
Jesús María.Con un ingreso de 704 cabezas con destino a faena (reducido por lluvias) se operó el lunes en las instalaciones de
Córdoba.En el Mercoha, la invernada (12/3) cotizó de
*Analista del mercado ganadero y de carnes
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