El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, encabezó esta noche una nutrida cena en la que se dio cita una variada gama de referentes de la oposición, pero no participo Mauricio Macri.
Cuya anunciada presencia generó expectativas sobre un posible acercamiento entre ambos. De la Sota pronunció un discurso a la vez moderado, pero por momentos duro hacia el gobierno nacional, en particular a «la actitud de confrontación que atribuyó al Ejecutivo nacional».
«El gobierno nacional ha tenido aciertos desde 2003, como la asignación universal por hijo, la política de derechos humanos, el crecimiento de la economía y una mejor distribución del ingreso, pero aferrarse a los aciertos para negarse a cambiar es un error», advirtió el cordobés.
Estuvieron presentes en la ágape, realizado en la Cámara Argentina de Ingenieros y organizado por la fundación Consenso Republicano, que preside el ex diputado nacional y ex presidente de la Sociedad Rural, Guillermo Archouron, una inusual variedad política como Francisco de Narváez, Federico Pinedo, Patricia Bullrich, Graciela Camaño, Hugo Biolcati, Mario Llambías.
También dieron el presente Eduardo Menem, Ramón Puerta, Eduardo Amadeo, Jesús Cariglino, Hilda Chiche Duhalde, Gerónimo Momo Venegas, Ricardo López Murphy, Silvana Giúdice, Oscar Aguad, Santiago de Estrada, Rafael Martinez Raymonda y Carlos Brown, entre otros.
El mandatario dijo que no alcanzaba «a entender por qué no se combate la inflación y se habla de ‘sensación de inseguridad’: Este gobierno es tan cerrado que no se puede ayudar», agregó, para insistir luego en que se aliente la política de que «se está de acuerdo en todo sin chistar o se es un traidor a la Patria, o un dirigido por Clarín».
«Ahora me consideran un enemigo del proyecto nacional y popular, seguramente porque defiendo políticas que van a favor de los cordobeses, o porque me junto con otros gobernantes que no les gusta en la Casa de Gobierno. Me da bronca los que piensan que nada existió en el paìs antes que ellos llegaran y todo va a ser mucho peor cuando ellos se vayan».
El gobernador dijo que «no hay derecha ni izquierda cuando se trata de constuir una sociedad democrática en este momento del mundo», y opinó que el país «no se construye con soldaditos obsecuentes que se empuja en contra de los que piensan diferente».
«Soy de convicciones, pero no soy fanático y creo que es patológico que un gobierno quiera cambiar todo cada cuatro años: los países que progresan son capaces de cambiar en la continuidad», dijo y puso de ejemplo al Brasil del ex presidente Lula da Silva, que al «llegar desde posiciones de izquierda supo respetar las grandes políticas de Estado y hoy están entre los más populares del país».
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