Mili Bertorelo recuerda a su amiga de la vida, María Eugenia, la maestra jardinera asesinada frente a sus alumnos en San Francisco. El lunes comienza el juicio a su ex, Mauro Bongiovanni. «La dejaron sola», cuestiona Mili.
“A mi amiga la dejaron sola para que él la matara”, resume aún muy dolida María de los Ángeles Bertorelo, compañera de colegio de Marrita. Compañera de la vida. Hasta la muerte.
Al menos nueve veces María Eugenia “Marita” Lanzetti había denunciado a su ex, Mauro Bongiovanni, en el año previo a su femicidio. Tenían dos hijos en común. La Justicia le había asignado un botón antipánico, que tuvo que activar dos veces, y otras tantas había comunicado violaciones a las órdenes de restricción de contacto y de comunicación, así como la exhibición de armas de fuego en la puerta de su casa.
“Tramposa”. “Mosquita muerta”. “Quién eras? Quién sos?”. Reproches por la separación, pedidos de reconciliación y agresiones eran las que recibía Marita como mensajes de texto en su teléfono celular. Las denunciaba, una y otra vez.
Ninguno de los pedidos de auxilio de la mujer de 44 años, maestra jardinera, sirvieron para evitar que el 15 de abril de 2015 su ex irrumpiera durante una clase en la guardería Estrellitas Traviesas, en San Francisco,y la asesinara a puñaladas frente a sus pequeños alumnitos. El hombre, preso desde ese día, será juzgado desde el próximo lunes.
El basta.Mili lo recuerda como si hubiera sido ayer. “Fue un sábado a la mañana, me llamó pidiéndome que la acompañe a denunciar y constatar las lesiones. Para mí fue un balde de agua fría”, relata. Era la primera vez que “Marita” se atrevía a denunciar a Bongiovanni, y junto con eso decidía terminar su matrimonio.
Su amiga supo en ese momento que los malos tratos venían desde hacía tiempo. En una de sus declaraciones posteriores, “Marita” contaría que en mayo de 2014 decidió separarse “después de soportar muchas cosas”. Y agregaba que el disparador fue una golpiza que recibió ese día, cuando regresaban de una fiesta en la que su marido se había alcoholizado.
Después de la separación, la vida de “Marita” fue un calvario. Su ex se había obsesionado, la amenazaba, perseguía, agredía. La mujer había contado en una ocasión que su ex vivía a tan solo una cuadra de su casa y que eso potenciaba su obsesión. “Quiere que lo perdone para volver conmigo y recuperar a su familia”, decía, y se había manifestado “cansada de no poder vivir en paz”.
“En cualquier momento se mata él y me mata a mí o a mis hijos, está totalmente desquiciado y tengo muchísimo miedo”, había declarado María Eugenia.
Desprotección.Mili vuelve sobre esos padecimientos, y sentencia: “No la protegieron, no tuvo respuestas del Estado”. Porque, ante tanto hostigamiento, sólo había conseguido órdenes de restricción que eran violadas sistemáticamente, y un botón antipánico “que ese día no tuvo ni tiempo de apretar”. “Con todo lo que le hacía, jamás lo detuvieron, y eso queviolaba las restricciones todo el tiempo”, apunta. Las pericias psiquiátricas, incluso,no se advertía violencia en el esquema de pensamiento de Bongiovanni.
“A una mujer maltratada no se la puede dejar encerrada con un aparatito entre las manos, mientras el agresor anda suelto por la vida. Victimizamos más a una mujer si le pedimos que se quede resguardada con el dedo listo para presionar un botón”, resume su amiga de la vida, la que va a estar en primera fila durante el juicio, pidiendo justicia por “Marita”.
Para Mili, después del femicidio de Lanzetti, la Justicia de San Francisco empezó a ser más rigurosa con los agresores. “Lamento que mi amiga haya tenido que pagar con su vida para que algo cambie”, expresa hoy.
Un ángel.María de los Ángeles, Patricia y María Eugenia eran amigas desde los 12 años, cuando empezaron la escuela secundaria. “Compartíamos todo, los embarazos, los hijos, la vida… porque nos veíamos siempre. Y Marita, ¿qué decirte? Marita era un ángel, no tenía maldad”, describe el recuerdo todavía fresco.
Mili: “Esos chiquitos que vieron cómo mataban a su maestra tuvieron unos días de contención psicológica, y después tuvieron que hacerse cargo sus padres. Hubo que hacerles un cuentito con la historia de que su seño es ahora una estrellita”.
El juicio.
El lunes 22 de agosto comenzará el juicio a con jurados populares a Bongiovanni en la Cámara del Crimen de San Francisco. El hombre está acusado de homicidio calificado por el vínculo y por violencia de género, acusación que de corroborarse durante el proceso sólo admite la pena de prisión perpetua. También le cabe la imputación por desobediencia a la autoridad en nueve ocasiones, y tenencia de armas de fuego de uso civil, todo en concurso real.
Según la investigación, Bongiovanni irrumpió la guardería Estrellitas Traviesas el 15 de abril de 2015, donde su ex daba clases, “con inequívoca intención de darle muerte”. “Al entrar al lugar y sin mediar palabra, con un cuchillo con una hoja metálica de 10 cm de largo (…) acomete a María Eugenia Lanzetti causándole intencionalmente numerosas heridas punzantes y cortantes a nivel del cuello”, se describe en la citación a juicio. La mujer murió por un shock hipovolémico debido a las profusas heridas.
Una de las maestras que la acompañaba relató que, tras ser atacada, “Marita” le pidió ayuda. Y Bongiovanni, al escuchar que seguía con vida, se volvió sobre ella y continuó apuñalándola. “Cometí una locura, eché moco”, le dijo luego a los policías que fueron a detenerlo.
Están previstas rondas de testigos para lunes, martes y miércoles, y el viernes podría haber sentencia en el juicio por el femicidio de la maestra jardinera.
SI SOS VÍCTIMA DE VIOLENCIA DE GÉNERO, PEDÍ AYUDA. COMUNICATE AL 144 (NACIONAL) O AL 0800 888 9898 (PROVINCIA DE CÓRDOBA).
Ag. de Noticias: Dia a Dia
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