Una radiografía del fenómeno. Las causas grandes cayeron casi un 40 por ciento. Hay reproches por la situación del narcomenudeo. En los barrios, los vecinos sufren el infierno de las drogas… Lo difícil es salir…
Marcio tiene 29 años. Hace pocos meses que salió de la cárcel. También que dejó de consumir. Padre de cuatro pequeños hijos, junto a su mujer Vanesa se amontonan en un ambiente divido en tres partes (baño, cocina, pieza), en una improvisada planta alta de Estación Flores, al oeste de la ciudad de Córdoba.
Fana, pastillas, marihuana y cocaína. Desde los 11 años, Marcio vivió sumergido en el consumo, en medio de oferta tan variada como accesible.
Tras caer preso, hoy sabe que tiene un estigma de pobreza y antecedentes que le cierra las pocas puertas apenas entreabiertas que puede encontrar para intentar enderezar un destino demasiado torcido.
Para llevar el dinero a los precarios lugares de venta, el camino más corto manda a robar. A los propios vecinos. A los automovilistas. A las mujeres que bajan del ómnibus. La inseguridad cotidiana que reconoce a las adicciones entre sus múltiples raíces.
El mismo relato que se puede escuchar en cualquier punto del oeste cordobés. Las Violetas, San Roque, Lamadrid, Estación Flores, Parque República y Villa Martínez son sólo algunas referencias de un abanico mucho más amplio.
También existen asaltos contra los que venden droga. Delito que se cobra a los tiros. O en la obligación de marcharse del barrio a riesgo de que la casita donde comenzaban a construir sus sueños sea quemada.
El junio pasado, en Villa Martínez, Cintia Alive (23) fue asesinada de un balazo en la cabeza cuando entraba a su hogar de la maño de su hijita de 5 años.
Dos personas le dispararon desde una moto. Su familia contó, en aquel momento, que «la mataron porque le decían que se tenía que ir de esa casa y ella no quería».
Al noroeste, a ambos lados de la Donato Álvarez, el dolor de la droga hace tiempo que es una realidad.
En 2005, un grupo de vecinos de Villa Cornú se organizó para detectar a los traficantes del barrio y hasta los enfrentó a balazos… El relevamiento de aquel tiempo impresionaba: 49 «quioscos» distribuidos en unas cuantas manzanas.
De ese barrio salió una gran parte de los miles de vecinos que presentaron un amparo masivo para pedir salidas laborales y educativas en sus zonas y así intentar contrarrestar el avance narco… Diez años después, Rodolfo Arrieta, uno de aquellos que se atrevieron a la locura de la defensa propia, traza un panorama bravo: «Está cada vez peor».
El hombre, que se gana la vida cuidando autos frente a la iglesia Espíritu Santo, de Cerro de las Rosas, el año pasado se hizo responsable de la libertad condicional de 162 jóvenes que habían caído presos por distintos delitos.
Todos comparten un largo historial de consumo de drogas.
Al sudeste, en tanto, los vecinos de Müller, Maldonado, Renacimiento, Bajada San José, Colonia Lola, Villa Inés y Campo de la Ribera hace mucho que están marcados por una realidad que tiene como las principales víctimas.
Allí aparecieron las primeras «cocinas», los narcos más reconocidos y toda una dinámica perversa articulada alrededor de las migajas de un negocio clandestino que les dejó un estigma demasiado pesado.
Hoy, denuncian, ya la cocaína, la marihuana y las pastillas no conmueven. Aparecen, en el hablar diario de los vecinos, como naturalizadas, asimiladas por la resignación… Desde el año pasado, el fantasma del paco (los residuos de la elaboración de cocaína) gana cada vez más espacio en el relato social.
En un papel anónimo, acercado por una vecina, se indican al menos ocho puntos de ventas de este veneno en un radio demasiado reducido. «Munina» y «Cebolla» son los proveedores más nombrados. Ambos con condenas, continúan ligados al tráfico de drogas a través de «quioscos».
Casi 100 nombres más integran el listado de los adolescentes que hoy estarían en las garras de este consumo, aunque aún nadie haya analizado qué es lo que realmente se vende bajo este nombre.
¿Quién investiga?
El fuero provincial anti narcotráfico se quedó con los casos de narcomenudeo. En la órbita de la Justicia federal deberían ser juzgados los peces gordos… De acuerdo a un registro de la Justicia federal, se estima que este año se juzgarán 18 causas por tráfico de drogas a escala mayor que el narcomenudeo (de competencia provincial).
Entre 2014 y 2015, hubo 59 juicios, por lo que el promedio de 2016 descenderá de manera significativa: casi un 40 por ciento menos... La gran mayoría de todos estos expedientes fueron instruidos por la ahora desaparecida división de Drogas Peligrosas, de la Policía de Córdoba.
Como los juicios llegan con algunos años de retraso, el panorama es más desalentador para el año que viene, ya que las instrucciones judiciales se estancaron hace dos años y medio… Hasta fines de 2012, todo delito de droga era investigado por la Justicia federal. Al adherir la Provincia a la desfederalización, el narcomenudeo pasó a la Justicia ordinaria.
Quedó al descubierto, entonces, que casi el 70 por ciento de los casos que se investigaban en Tribunales federales correspondían a ventas pequeñas… Sin embargo, la proyección de alivianar los juzgados para concentrar los recursos en aquellos «peces gordos» no se hizo realidad.
Cómo se organizan
Grupos familiares con antecedentes en otros delitos son los que se meten en el narcotráfico buscando rápidos beneficios.
La mayoría de las bandas locales dedicadas al narcotráfico, coinciden fuentes de diferentes fuerzas de seguridad, abogados y funcionarios judiciales, responden a una estructura simple: pequeñas organizaciones articuladas sobre todo alrededor de vínculos familiares, con antecedentes en otro tipo de delitos y que se volcaron al narco tentado por los rápidos beneficios económicos, en contextos de economías precarias.
«Más que violentas, son bandas que quieren hacer plata para salir de joda. No son ramificaciones interesadas en blanquear el dinero, por eso no desarrollan estructuras físicas para lavar», describe un investigador de una fuerza de seguridad nacional.
El tráfico es terrestre. Vía Buenos Aires o por encomiendas desde el norte. Más la marihuana que se trae desde el litoral… Este narco es fácil de reconocer en los barrios: mejora su humilde casa en poco tiempo, cambia el auto y hace todo lo posible para llamar la atención.
El capo
Pero en los últimos tiempos se consolidó el poder de «Tuerto», asentado en Ciudad de Mis Sueños y zonas cercanas, que plantea otra lógica delictiva… Se lo señala como uno de los proveedores más importantes de cocaína de la ciudad, enmarcado en una dinámica más amplia.
“No toca la droga, dirige todo, es difícil de agarrar”, reconoce otro investigador…. “Tuerto” hoy plantea un desafío demasiado grande. Porque se sospecha de financistas y de estructuras para blanquear dinero. Para así poder desarrollar operaciones de envergadura.
Fuente: La Voz
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