Final para una larga historia de impunidad. El veredicto de los jueces condenó a 28 de los 43 acusados a prisión perpetua. Al término de la lectura del fallo, hubo incidentes e insultos de familiares de los acusados, incluso para el gobernador Schiaretti.
Casi las 12 del mediodía cuando el presidente del tribunal, Jaime Díaz Gavier, anunció otra cadena perpetua para Luciano Benjamín Menéndez. Fue la primera de un total de 28 penas de máxima severidad que se repartieron ayer entre los 43 imputados del juicio por los crímenes cometidos en La Perla y otros campos de concentración que funcionaron en Córdoba en los años ‘70.
En la sala de audiencias, se habían reunido alrededor de 300 personas, y hasta allí se escuchó la ovación que se produjo en la calle Arenales, donde una multitud de miles se había reunido frente al edificio de Tribunales federales.
La lectura del veredicto había comenzado por decisiones significativas del Tribunal Oral Federal Número 1 (integrado además por Julián Falcucci, José Quiroga Uriburu, más el suplente Carlos Ochoa).
Una fue rechazar el planteo de prescripción de los delitos cometidos antes del golpe del 24 de marzo de 1976 planteado por la defensa. Los jueces entendieron que encuadran como crímenes de lesa humanidad, puesto que formaron parte de un plan sistemático con participación estatal.
En cuanto al hijo de Silvina Parodi y nieto de Sonia Torres, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba, el cuerpo consideró acreditado que había nacido el 14 de junio de 1976 y que luego había sido sustraído.
El máximo responsable de la represión en Córdoba, Menéndez, recibió castigo por este hecho. Por el contrario, fue absuelto de la acusación de robo de la empresa Mackentor, aunque sí se lo encontró, en este caso, culpable de usurpación y allanamiento ilegal.
La Fiscalía (Facundo Trotta, Virginia Miguel Carmona y Rafael Díaz Vehil) había pedido un total de 35 condenas perpetuas, pero de todos modos se manifestó conforme con el fallo, mientras se espera por los fundamentos que se conocerán el 24 de octubre.
Otros 10 imputados recibieron condenas diferentes, así como hubo cinco absoluciones.
En tanto, el tribunal accedió al pedido de los fiscales de que sean revisadas las prisiones domiciliarias concedidas en estos momentos a 21 acusados. En consecuencia, se actualizarán los informes médicos de cada caso.
Gritos e insultos
Entre los presentes en la sala, se encontraba el gobernador Juan Schiaretti, quien se sentó a la derecha de Sonia Torres y a la izquierda de su esposa, Alejandro Vigo (secretaria de Equidad y Promoción de Empleo).
A continuación, se encontraba Estela de Carlotto, titular de Abuelas a nivel nacional, a quien Schiaretti le ofrendó un afectuoso saludo. También estaban el vicegobernador Martín Llaryora, el ministro de Justicia, Luis Angulo, y otras autoridades ejecutivas y legislativas.
Entre los que recibieron cadena perpetua, figura Enrique Barreiro, quien por primera vez enfrentaba un juicio luego de que fuera extraditado desde Estados Unidos, en 2007.
Cuando Díaz Gavier pronunció su nombre, Ana Maggi, su esposa, se puso de pie y una policía la mandó a sentarse. A su lado, estaba Cecilia Pando, la conocida activista en favor de los represores, quien vino especialmente a solidarizarse con los familiares de los acusados.
Desde la lectura de la primera sentencia hasta la última considerada en el esperado veredicto, transcurrió casi una hora y media sin incidentes.
Hasta que en el final, cuando el juez dijo que el juicio había concluido, se soltaron gritos y hasta insultos desde el sector ocupado por familiares y partidarios de los imputados, e incluso por parte de imputados. Algunos apuntaron a Schiaretti, que también recibió, al igual que los jueces, advertencias que se parecieron a amenazas
“Juicio y castigo a los terroristas”, “Váyanse a vivir a Cuba”, fueron algunas de las consignas que lanzaron las mujeres desde el lado de los acusados. Arnaldo “Chubi” López, condenado a perpetua, insultaba a viva voz, mientras los policías intentaban sacarlo de la sala.
La respuesta de familiares de víctimas y de miembros de organismos de derechos humanos también se hizo oír: “Asesinos”, y “A dónde vayan los iremos a buscar”, fueron las consignas.
Los partidarios de los imputados fueron evacuados, y tras los incidentes, hubo aplausos para el tribunal y huellas de intensa emoción, como las lágrimas en los ojos de tantos, incluso en los del gobernador y de su esposa.
Mientras, una infinidad de abrazos abrigaban el frío de los viejos dolores y celebraban haber llegado a la orilla de la reparación, después de tantos años de impunidad.
Fuente: La Voz
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