El 85 % de los bosques en llanuras y sierras del norte, de la provincia de Córdoba están completamente destruídos, reveló un informe del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) de la Universidad Nacional de Córdoba, que será publicado este mes por la revista británica, Biological Conservation.
«El territorio estudiado tuvo una degradación anual mayor a la que sufren los bosques tropicales. La media internacional de pérdidas de bosques es del 15%, y nosotros perdimos el 85%», dijo Marcelo Zak, biólogo de esa institución científica y autor del estudio.
La investigación, publicada por la Sala de Prensa Ambiental, abarcó un área de 27.000 kilómetros cuadrados, desde las Salinas Grandes hasta la Laguna de Mar Chiquita, al norte del territorio provincial.
Las causas de esa destrucción están directamente relacionadas con la expansión de la frontera agropecuaria, en especial por el cultivo de soja, que ocasionó, entre otras tragedias ambientales, la desaparición del Quebracho Colorado, una especie emblemática de la región.
«No hay que tocar más un bosque en la provincia porque no existen conocimientos suficientes sobre pérdidas económicas producidas por la destrucción del monte», precisó el científico.
Los bosques serranos pasaron de cubrir el 8,4 % del territorio provincial, a sólo el 0,5%. Los bosques situados al este de las sierras cordobesas, que hace 30 años cubrían el 20,5%, ahora solo representan el 2,1%, y los del oeste, pasaron del 23% a solo el 5,6%, reveló el estudio.
«Estudiamos la vegetación en el lugar y a las pocas semanas regresamos y descubrimos que ya no estaba. Es muy triste porque es como una muerte», lamentó el biólogo.
«Imaginemos lo que perdimos porque es una verdadera tragedia, ya que la estructura que reemplazó a los montes de quebracho colorado permite menor biodiversidad, con menos especies. Destruimos riqueza biológica cuando permitimos el caótico crecimiento de la frontera agrícola», agregó.
Los habitantes del lugar utilizaban el bosque como proveedor de insumos básicos, algo que se perdió ante el avance de la soja. Hace mas de 100 años, el 25 % de la población provincial habitaba en el norte, pero en 1991, los habitantes representaban menos del 5%.
«En esas unidades ecosistémicas, que funcionaban armoniosamente, las familias vivían, modestamente, pero con una buena calidad de vida», sostuvo Zak.
Cuando los grandes terratenientes empezaron a codiciar esas tierras, los lugareños se las vendieron por poco valor. Los nuevos dueños, entonces, transformaron los bosques en territorio agrícola.
«Esto fue alentado por el aumento de las precipitaciones en el norte de Córdoba», con lo cual pudieron introducir la soja, sin necesitar riego, pues es un cultivo que necesita mucha lluvia, detalló el biólogo.
El investigador del IMBIV reclamó que «parte de las retenciones agropecuarias sean destinadas a proteger los montes» y cuestionó que un terreno desmontado sea considerado como «mejorado», que equipara el valor de un campo con suelo pelado, con otro con bosque.
Los bosques abastecen los acuíferos, controlan inundaciones, producen oxígeno y sirven de hábitat para la fauna, además de proteger los suelos del arrastre del viento, un recurso que tarda siglos en recuperarse ya que, 10 centímetros. de suelo, tardan más de 100 años en reconstituirse.
«Sin bosques no hay agua, eso es muy simple. Vivimos en un territorio árido con déficit hídrico y, sin embargo, lo despojamos de los montes», concluyó el investigador.
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