La parrilla cambia de hábitos… En la última década, en Córdoba se duplicó el consumo de pollo y cerdo y bajó el de carne vacuna. Las razones del fenómeno. El impacto en la salud.
Ese olorcito tan especial
El asado es una tradición que, pese a la suba de precios, no se ha perdido ni siquiera en las obras. A su manera, los cordobeses se las arreglan para seguir dándole uso a la parrilla.
Como preludio de los fines de semana, los viernes son los elegidos para encender las brasas. No es casualidad: ese día, los obreros cobran.
«Hacemos una vaquita con 30 pesos cada uno. No hemos dejado de comer asado porque hacemos cortes baratos: falda, bocado ancho o aguja parrillera», cuenta José Luis Díaz, encargado de una obra de barrio Alta Córdoba.
El sabor especial de esa carne se lo da la leña, que no son más que los recortes de madera de los encofrados.
Mariano deja un rato antes que sus compañeros la cuchara y el balde para comprar la carne y cocinarla. Tiene el permiso de los encargados y de la empresa constructora. Todos se sientan los viernes a las 13 en una mesa con papel de diario como mantel improvisado, en el patio del edificio que levantan sobre calle Tucumán.
Fuente: La Voz
Comentar post