Hugo Moyano aprieta el acelerador
Mientras se prepara para llenar el estadio de Huracán en el Día del Camionero, el dirigente destacó que peleará el incremento salarial, que «no nos vengan con otra cosa», dijo. A pesar del tire y afloje con el Gobierno se mantienen conversaciones.
A dos días del acto en el cual se definirá cómo queda su relación con el Gobierno, Hugo Moyano sigue plantado en su posición y ayer, mientras inauguraba una clínica en la ciudad cordobesa de Villa María, reiteró que no habrá concesiones a la hora de acordar paritarias el año que viene y que «la inflación seguirá siendo la del supermercado en esa negociación». El vínculo entre el secretario general de la CGT y la Casa Rosada no pasa por un buen momento y el jueves, cuando el Sindicato de Camioneros piensa convocar a más de 80 mil afiliados en el estadio de Huracán, en la ciudad de Buenos Aires, se espera que Moyano defina en su mensaje si tenderá una mano o si, por el contrario, cortará las amarras de una alianza estratégica que duró ocho años con balance positivo para ambas partes. De uno y otro lado, estiran negociaciones hasta último momento para intentar encarrilar la relación.
«Cuando tenga que discutir el salario lo haré con la misma fuerza que en años anteriores», advirtió Moyano ayer en Córdoba, en contraposición a algunas versiones nunca oficializadas que indican que la Casa Rosada impulsa un techo del 18 por ciento en las paritarias para el año que viene. «Preparémonos, porque cuando tengamos que discutir salarios vamos a tomar precios del supermercado, que no nos vengan con otra cosa», sacudió el dirigente camionero un misil táctico con destino en el Indec. Por ahora la táctica es ésa: marcar distancia y obligar a negociar. Del otro lado intentan tender puentes que minimicen el daño que puede causar un discurso combativo el jueves o, peor, medidas de alejamiento concreto con el kirchnerismo.
Para el acto en el que conmemorará el Día del Camionero, Moyano planea movilizar a delegados de todo el país para llenar el Estadio Tomás Ducó como demostración de fuerza hacia adentro, ya que su período al frente de la CGT caduca en junio del año próximo, tanto como hacia afuera, porque en el entorno de Moyano algunos advierten que cerca de la Presidenta hay sectores que promueven un cambio en la cúpula sindical. En el moyanismo, en rigor, también conviven grupos más proclives a un nuevo acercamiento al kirchnerismo con otros que prefieren ir a fondo: entre estos últimos aparece Pablo Moyano, hijo de Hugo a cargo de Camioneros, que llegó a amenazar con que ese gremio abandonaría la CGT y, a través de su página web, arengaba a «seguir logrando los objetivos sólo a través de la lucha, como ha sido en la historia» del sindicato.
«Nuestra organización fue el eje de resistencia contra la dictadura y los modelos neoliberales. Por eso, ahora convocamos a reventar la cancha de Huracán para darles todo nuestro apoyo a la lucha y a la figura de nuestro secretario general, Hugo Moyano, en este momento tan especial», completó Pablo Moyano. Fuentes del sindicato indicaron que esperan la presencia de 80 mil concurrentes para dejar repleto el estadio. «La cantidad de compañeros que van a participar del acto del jueves en Huracán va a ser tremenda, no tenemos tope y seguro que va a quedar gente en la calle», coincidió el secretario gremial de la Federación de Camioneros, Pablo Mariani.
Entre quienes intentan bajarle el tono al conflicto apareció ayer el secretario general de Canillitas, Omar Plaini, moyanista de primera hora, que intentó desligar a la central obrera del reto que hizo la Presidenta a ciertas prácticas sindicales en su mensaje de asunción: «La CGT no hizo ningún paro, la conflictividad ha sido muy baja. De ninguna manera la CGT se puede sentir aludida», sostuvo. Otro dirigente con una larga carrera junto al camionero, el judicial Julio Piumato, un día antes había asegurado que no se había acabado «el enamoramiento» entre el Ejecutivo y la central.
Por otra parte, el titular de Uatre, el duhaldista Gerónimo Venegas, escindido de la conducción cegetista por diferencias políticas, convocó a «unificar» el movimiento obrero para «esperar lo peor del Gobierno», cuyo objetivo, según su parecer, sería «quitarles conquistas a los trabajadores» e «ir por las cajas de las obras sociales, que son la salud de los trabajadores». Hasta ahora, desde el entorno del secretario general, no se han hecho eco de semejante pedido.
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