El médico del milagro aún no se lo explica. El doctor Montenegro atendió al bebe que estuvo cerca de morir
VILLA CURA BROCHERO (De una enviada especial).- Cuando se difundió que el Vaticano había definido como un «milagro» la recuperación de uno de sus pacientes, fue felicitado por muchos colegas, pero también fue criticado por muchos más. «Yo nunca hablé de milagro, yo dije que lo que pasó fue extraordinario y superó las expectativas», dijo a LA NACION Vicente Montenegro, el médico que atendió al niño que, según la Iglesia, fue curado por Dios tras la intercesión del padre José Gabriel Brochero.
En la ceremonia de ayer, Montenegro estuvo junto a Nicolás Flores, el «milagrado» -objeto de una intervención divina-, que hoy tiene 13 años, y su familia. Nicolás tenía once meses cuando en septiembre de 2000 sufrió un trágico accidente automovilístico en el que falleció su abuelo, su abuela se quebró los brazos y su madre, Sandra Violino, las piernas. Nicolás tuvo una fractura de cráneo con pérdida de masa encefálica del hemisferio izquierdo del cerebro, sufrió otras lesiones en el hemisferio derecho y sobrevivió a tres paros cardiorrespiratorios, uno de ellos de quince minutos. Su padre, Osvaldo Flores, el único de los pasajeros ilesos en aquel accidente, lo asistió y pidió a Brochero que intercediera para que Nicolás viviera.
«Además de haber superado los paros cardiorrespiratorios cuando tenía once meses y pesaba diez kilos, hay otras aristas como el hecho de haber perdido sangre durante casi tres horas, entre el accidente y cuando yo lo operé», recordó Montenegro. El médico y profesor de anatomía en la Universidad Nacional de Córdoba fue citado por los tribunales vaticanos que analizaban el caso. «Me invitaron porque necesitaban un testigo que hubiera asistido al niño y que lo conociera profundamente. Me interrogaron siete profesionales, me preguntaron por qué consideraba yo que el caso era grave y por qué yo decía que era algo extraordinario», contó Montenegro. Y aclaró: «En el caso de Nicolás yo nunca dije que se tratara de muerte cerebral ni hablé de vida vegetativa ni de milagro. Dije que fue una recuperación extraordinaria que superó las expectativas».
Tres años después del accidente, Montenegro confirmó a los padres de Nicolás lo que ellos no dudaban. «Yo operé a Nicolás en 2000, pero, en 2003, en una de las visitas de los padres, les dije que si eran creyentes y habían hecho alguna promesa debían cumplirla porque la recuperación de su hijo era inexplicable», dijo.
«Cuando todo esto tomó estado público, mis colegas me dijeron de todo; algunos me dijeron que soy un chanta o que no creo en lo que hago, y otros me decían que si el paciente de todas formas va a morir, da lo mismo lo que se haga», recordó. Él les respondía que es católico, pero no asiduo concurrente a la Iglesia, y que como hombre y como médico se considera «un instrumento de Dios»..
Fuente: La Nación
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