Con tan solo 13 años de edad Kouichi Cruz finalizó su 1er año en la «Facu» con 15 materias aprobadas de las 17 que curso
Son las 7.30 de la mañana y su metro sesenta se pierde en la inmensidad del edificio. Es un niño entre gigantes; va y viene con su libreta y se le nota la ansiedad. Ayer, el genio de 13 años completó un primer año brillante en la Universidad: entre las tres carreras que cursa –Licenciatura en Computación, Ciencias Económicas e Ingeniería en Computación– aprobó 15 de las 17 materias.
«El balance general es muy bueno. Me siento feliz por lo que logré, se me complicó un poco con los horarios pero creo que la llevé bastante bien», expresa Kouichi no bien sale de la Facultad de Ciencias Exactas y Físicas. Libreta en mano, muestra su última nota: 8 en Algebra, materia de la carrera de Ingeniería en Computación.
«Por suerte pudo adaptarse a algo totalmente diferente como la universidad. Estamos muy orgullosos», expresa su mamá, recién llegada de España donde reside junto a su esposo y papá de este niño que habla 6 idiomas y terminó la secundaria con 12 años y promedio de 9.
En su primer año universitario, Kouichi Cruz promocionó todas las materias que se podían promocionar; regularizó el resto y hasta llegó a terminar algunos parciales en 30 minutos. «Mañana (por hoy) me dan una nota de matemática pero estoy seguro que me fue bien», describe el chico.
Desde su nacimiento, Kouchi (su nombre, de origen japonés, significa «brillante único») asombraba a todos: con apenas 2 años manejaba perfecto el mouse de la computadora. A los 3 ya leía fluidamente. «A los 4 le hicieron un test de inteligencia y el resultado fue de 145», recuerda su tía, Alejandra. Para la OMS un superdotado es una persona que supera el 130 de coeficiente.
Por su llamativa capacidad, el niño genio ya recibió propuestas laborales de distintas fundaciones, pero su familia asegura que «por ahora estudio y diversión, nada más». De ojotas azules, bermuda y remera manga corta, Kouichi sale de un edificio y se mete en otro. A paso rápido, dobla en un pasillo, baja unos escalones y desaparece. Con apenas 13, hizo propio un mundo que a cualquier otro niño de su edad le resultaría totalmente ajeno.
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