Represor rompió el «pacto de silencio» en el juicio de La Perla y se autoincriminó. Lardone confesó que sacaba a detenidos en auto para que señalaran a compañeros de militancia
El represor Ricardo Lardone se autoincriminó y rompió el llamado «pacto de silencio» en la audiencia de hoy del megajuicio que lleva el nombre del excentro clandestino de detención La Perla, en el que se investigan delitos de lesa humanidad.
Reconocido por su tarea en el Destacamento de Inteligencia 141, Lardone admitió esta mañana que dirigió «lancheos», una práctica implementada durante la dictadura por los represores en la que sacaban bajo amenaza de los campos de concentración a presos políticos a recorrer en vehículos distintas zonas de la ciudad, obligándolos a que apunten y delaten a compañeros de militancia.
«Salíamos en vehículos, yo era el encargado de custodiarlos a ellos, a algunos los llevábamos esposados y a otros no, y ellos eran los marcadores, íbamos por las calles de Córdoba y cuando veían a algún conocido decían: ‘Ese que va ahí es fulano de tal’, entonces los números que venían con nosotros eran los encargados de detener a esa gente», relató el imputado en la sala de audiencias de Tribunales Federales de Córdoba según se escuchó por Radio Universidad.
Con la intención de incomodar a los testigos, varios de ellos sobrevivientes de La Perla y de Campo la Ribera que hoy prestan testimonio y vuelven a atravesar ese infierno, Lardone declaró: «Pero siempre a instancias de ellos, de los delatores estos que ahora pasan a hacer víctimas y se hacen los santos, los buenos, y sino cómo justifican el que nunca pasaron por La Rivera y nunca estuvieron detenidos, al contrario, a ellos se les daba licencia, se les daba franco y se les pagaba».
«Hice vigilancias fijas y móviles también con ellos. Reconocimiento de domicilios, también con ellos. Les brindé seguridad a los detenidos cuando se procedía a un allanamiento», se autoincriminó y expuso al resto de los imputados.
Lardone en este juicio está imputado por 809 delitos -entre ellos homicidios calificados, privaciones ilegítimas de la libertad agravadas, imposiciones de tormento agravadas y seguidas de muerte- y pesa sobre él una condena de prisión perpetua por delitos de lesa humanidad en 2008.
Fuente: La Voz
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