La sonrisa que vende esperanza. Desde hace 14 años Gonzalo ofrece en la calle “La Luciérnaga”. A fuerza de trabajo se gano el mote de “vendedor estrella”. Su historia de superación es inspiradora ¿Le compra una revista a este canillita respetuoso, honesto y feliz?”, con esa frase Gonzalo logra abrir cualquier ventanilla de los automovilistas que aguardan el verde del semáforo y si desenfunda su sonrisa seguro que también algún corazón de esos apurados choferes.
Con porte de cordobés de pura cepa, saca a relucir toda la simpatía que lo transforma en un amigo callejero, a quien todos lo saludan de un bocinazo.
“Tengo millones de amigos. Amo este trabajo. Hablar con la gente, escucharlos y también contarles mi vida”, relata este canillita que es señalado como el mejor vendedor de la revista cordobesa “La Luciérnaga”. Es que su récord –como dice orgulloso– va de los 1200 a los 1500 ejemplares mensuales, frutos del esfuerzo y la alegría.
“La Luciérnaga ha sido muy importante para mi vida. Ellos siempre han estado en los momentos no tan buenos. Creyeron en mí y me dieron muchas oportunidades”, reconoce Gonzalo, quien usa la palabra incondicionalidad para describir a los miembros de la ONG que busca devolver la dignidad dando una oportunidad laboral para que los jóvenes no mendiguen más
Gonza, como le dicen sus asiduos clientes, tiene 30 años. Es papá de dos pequeñas bellezas y tiene una mujer de “fierro”, reconoce él. Para este cordobés la vida no ha sido nada fácil, pero al 2015 lo despide con la promesa de no olvidarlo. “Este año estoy seguro que ha sido el mejor de mi vida. Lo voy a recordar siempre. Ha sido un año en que el que pude desatarme de mis adicciones, de lo que me hacía tanto daño. Por gracia de Dios, ahora vivo feliz”, cuenta sin nada que lo limite de compartir con Día a Día su corazón y su historia.
“Por muchos años fui preso de las adicciones. Me hacían vivir corriendo, sin disfrutar de nada. Lloraba y hacía llorar a mi familia. Hoy vivo de un modo muy diferente. Antes la vida me pasaba por el lado y después de mucho luchar, vencí mis fantasmas y tengo el corazón listo para ser libre”, dice.
Decidido a ser feliz
Este particular canillita vive en barrio General Savio. Seguro muchos vecinos de la Docta lo habrán visto en sus esquinas, como las llama: Pueyrredón y Vélez Sársfield, Plaza Colón, Mitre y Jujuy, entre otras.
Está dispuesto a no dejar volar ni un minuto más de su vida y espera el 2016 con sueños renovados, que se ha decidido a alcanzar. “Con mucha paciencia, me di cuenta que ahora puedo ‘premiarme’. He sufrido muchos años y es tiempo de vivir disfrutando el instante”, reflexiona con una evidente sabiduría que le han regalado los duros golpes.
Los planes para los próximos 365 días son intensos y desafiantes. Gonzalo ya se anotó para terminar la secundaria, lo que considera una “deuda sanadora”. Sus conflictos con las adicciones y hasta con el delito quedaron atrás: “En la calle aprendí a drogarme y a robar pero también en la calle aprendí a trabajar a ganarme la vida honestamente y ahora con salud”, relata con los ojos llenos de emoción. Esa conNo todo queda ahí, también quiere casarse y busca con creatividad el dinero para celebrar su boda.
De 9 a 18 su lugar en el mundo es la calle, donde trabaja y hace amigos. Pero después sólo corre para llegar a su casa y disfrutar el resto del día con sus hijas.
“Dios me dio una oportunidad. Me dijo que era tiempo de empezar de nuevo. Muchos creyeron en mí y ahora soy yo el que cree que puedo vivir disfrutando”, concluye ilusionado el dueño de esa sonrisa que todo lo puede y nada ni nadie pudo borrar.
Una fiesta con ayuda de todos
Gonzalo no estudio marketing pero los conocedores de esta disciplina reconocerían en él a un creativo con recursos para conseguir lo que se propone. Desde que decidió casarse con Verónica, su mujer de fierro, armó una alcancía con fotos en las que se lo ve muy romántico junto a ella y le cuenta a todos los clientes que su sueño es agasajarla con una fiesta de casamiento. “Yo les digo la verdad y se las comparto. Y de a poquito vamos a conseguir un lindo festejo”, sueña el canillita, que recibe aportes que van armando el festejo. Porque las ilusiones son motores para su vida ya abrieron una cuenta en el banco que van llenando sin prisa. El que desea colaborar la Cuenta del Banco Nación es: 1270926393-CBU. 011012763001270926, a nombre de Verónica Amaya.
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