Cada vez más chicos adictos piden ayuda en “La Quinta”. Ante esta realidad, el cura Mariano Oberlín busca un espacio donde crear una granja de recuperación para que los jóvenes salgan adelante.
“Hace unos días compartía el deseo de contar con un lugar en donde poder hacer una casa/graja para los chicos que necesitan tomar distancia de la cotidianidad del barrio en su camino de liberación de las cadenas que los atan al consumo de drogas”.
Así comienza un relato que días atrás publicó en suFacebook el sacerdote de Müller Mariano Oberlín, quien desde hace años lleva un intenso trabajo social y comunitario en la zona de “La Quinta”, como se conoce a los barrios del sureste de la ciudad de Córdoba, atravesados por las carencias y el narcomenudeo.
Oberlín denunció en mayo pasado la presencia depaco entre chicos adictos, e incluso sostuvo que algunos vendedores de esa droga planeaban tomar represalias contra unas madres que los denunciaron.
La Provincia, que al principio estuvo reacia al reconocer la existencia de paco en Córdoba, finalmente aceptó la problemática, en especial luego de pruebas irrefutables como un análisis de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) que arrojó la presencia de “cocaína fumable” de altísima pureza y toxicidad.
La valentía de Oberlín (y de tantos otros hombres y mujeres que hacen trabajos sociales en la zona) fue respaldada por el arzobispo Carlos Ñáñez, quien dio a fines de mayo una histórica misa en Müller contra el paco.
Pasados dos meses desde aquellos hechos, Oberlín sigue en busca de un espacio para crear una granja de recuperación de adictos, y en este sentido se enteró de que en el predio del ex Grupo de Artillería 141 de José de la Quintana “existe una serie de edificaciones abandonadas hace cerca de 20 años”.
Consultado por Día a Día, el sacerdote insistió en la necesidad de una granja “por la cantidad de gente” que se acerca a pedir ayuda a la parroquia por el problema de drogas.
«Creció mucho la demanda de chicos que solicitan ayuda. Sabemos de unos 80 chicos consumidores que con seguridad necesitan una granja para salir de este espacio y comenzar la recuperación, pero no tenemos una comunicación fluida con ellos”, precisó el cura. Por esto su deseo es empezar “con una granja familiar, de unos siete chicos que se dediquen a cultivar la tierra, a trabajar en galpones y a autosustentarse”.
Oberlín reconoció que el deseo del predio en José de la Quintana “está verde”, pero él sigue con sus tratativas y el esfuerzo cotidiano para conseguir un espacio para ayudar a los chicos.
Fuente: Día a Día
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