Testimonios sobre demoras inexplicables y selección de quienes entran y de quienes no. Muchas quejas, pero pocas denuncias. Este año, el Inadi apenas tiene 10 presentaciones por esta causa.
Una realidad que se hace invisible a los ojos de quienes deben controlar. Un caso que llegó a los tribunales de Villa María. Una app para denunciar.
Sectores “vip” o lugares “especiales” a los que sólo ingresan algunos. Filas de varones, por un lado, y de mujeres, por otro, que esperan horas en las puertas de los boliches para poder entrar. Listas de “invitados” que no pasan nunca.
Gente que por ser amiga de algún “públicas” (así se les llama en la jerga nocturna “cheta” a los encargados de las “relaciones públicas” de las discos, los que reparten tarjetas, los que arman las famosas “listas”, los que muchas veces deciden qué persona entra y cuál se queda afuera) logra entrar, mientras que su amigo o amiga se queda afuera.
Patovicas o guardias que, por instrucciones de sus empleadores, permanecen inmutables, mudos, cuando un chico o una chica les reclama una explicación acerca de por qué no le permiten pasar. O que entran “en acción” con alguna respuesta irónica o cargada de violencia simbólica cuando el reclamo sube de tono y desata una reacción.
“Te sentís una basura”, cuenta Romina, una chica de 22 años que ha experimentado varias veces la misma sensación en la puerta de un boliche al que regresa sólo porque su amiga celebra allí su cumpleaños. “Te vestís espléndida, te producís, llegás temprano, te sentís obligada a aparentar ‘pertenecer’ a su ‘casta’, pero aún así te tienen dos horas haciendo fila y nunca te dejan entrar”.
El relato de Romina se escucha demasiado parecido en las voces y en los rostros de Julieta, Natalia, Micaela, Mariano, Guillermo, Matías, Lucas, quienes hasta temen revelar sus apellidos para no aparecer en listas de locales predispuestos a aplicarles el “derecho de admisión”.
Todos ellos aseguran haberse sentido incomodados en la puerta de locales bailables por estos signos sutiles de discriminación.
“Te miran como si fueras un delincuente; te hacen sentir que te están seleccionando, como si uno tuviera que cumplir los requisitos de su modelo de gente bien”, se sincera Mariano.
Silencios
La preocupación que genera la discriminación en los boliches salta a la vista en casi todas las encuestas a jóvenes. Ya lo reveló en 2013 una investigación de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) con sus estudiantes, cuando les preguntaron: “¿En qué medida se discrimina en los siguientes ámbitos, lugares o instituciones?”. El 63 por ciento de los encuestados escogió como respuesta la opción “mucho en los boliches bailables”.
Sin embargo, cuando se les pregunta a los chicos si alguna vez denunciaron la situación, la respuesta es unánime: nunca.
En la delegación Córdoba del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), no llegan a 10 las presentaciones por discriminación en locales bailables. Constituyen apenas el 10 por ciento de todas las denuncias receptadas en el año, señala María Pedicino Keuroghlian, delegada del Inadi en Córdoba.
Cuando le preguntamos a Romina, quien brindó su testimonio sobre tratos discriminatorios para esta nota, por qué no había denunciado, respondió por ella y por sus pares: “Supongo que es porque ya estamos acostumbrados a ese tipo de tratos, porque sabemos que hacer una denuncia es un lío bárbaro; y también porque da vergüenza exponer que a una le han hecho sentir fea, gorda o lo que sea”.
Como ocurre con otros flagelos sociales, el silencio ayuda a tapar el problema.
Cuando se le preguntó al secretario de Control, Fiscalización y Convivencia de la Municipalidad de Córdoba, José Olmos, por este tema, respondió con la estadística: “En lo que va del año, en la Municipalidad no recibimos ninguna denuncia de discriminación en boliches; y en el Inadi sólo recibieron seis denuncias, tres de las cuales ya fueron archivadas. Cuando aparece un caso nosotros apoyamos la investigación, pedimos los videos y si hay que sancionar, sancionamos”.
Cuando se les consulta sobre el tema a los dueños de los boliches, las respuestas son similares. Casi todos señalan que no hay casos de discriminación, como muestran las pocas denuncias existentes. Dicen que muchos jóvenes confunden discriminación con cuestiones de orden y organización de cada local.
Relevamiento 41 boliches de Capital. El 92% no tenía en un lugar visible el cartel de “capacidad”.
Ag. de Noticias: La Voz
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