Juanita, la perra que asombra en silla de ruedas, era callejera en la ciudad de Córdoba. Un auto la chocó y quedó inválida. Una familia de San Francisco la salvó y le volvió a dar movilidad
San Francisco. La historia de Juanita, la perra con silla de ruedas, no deja de sorprender en San Francisco. Era una más de los canes callejeros en la ciudad de Córdoba y quedó al borde de la muerte tras ser chocada por un vehículo. Pero la familia Daga la rescató, la mudó a San Francisco y le desarrolló un sistema con el que asombra a quienes la ven “circular”.
Todos los días se la ve caminando por la ciclovía del pasaje Cervantes, junto a su dueño y a Luisito, otro perro callejero cordobés adoptado por la familia.
José Luis Daga conoció a Juanita hace un año y medio. “Yo estaba en el departamento de mi hija, en Córdoba, y escuché una frenada y un golpe. Me fijo por la ventana y veo que un auto había chocado a un perro”, recordó. “La llevamos a una veterinaria y nos dieron malas noticias. El accidente le había provocado una lesión en la médula ósea, por lo que quedó inmóvil en sus patas traseras”, agregó.
Tras las curaciones, Juanita quedó alojada en el departamento. “Intentamos contactarnos con una protectora de animales, pero no conseguimos ningún lugar”, agregó José Luis.
Con paciencia y dedicación de la joven, Juanita se recuperó en el departamento de “clandestina”, porque no aceptaban animales. Allí ya no podía seguir y la familia decidió que se uniera a Luisito en su casa de San Francisco.
Rehabilitación. Cuando llegó, comenzó con la rehabilitación. “Superó el accidente de manera asombrosa y enseguida pensamos en algo para devolverle movilidad”, relató José Luis.
Encontraron vía Internet una empresa de Buenos Aires que fabrica sillas especiales para animales con lesiones. “Le tomamos las medidas y al poco tiempo llegó el pedido. Al ponérsela salió disparando y corriendo por todos lados”, afirmó el dueño. “Fue como devolverle las ganas de vivir, le permite movilizarse sin arrastrarse”, finalizó.
Para José Luis, Juanita cambió su propia cotidianeidad. “Ahora salimos a caminar todas las mañanas porque ella necesita entrenar”, precisó. Y agregó otro resultado no planeado: “También tuvo un efecto sobre mi salud. Antes de su llegada, yo no era tan constante con el ejercicio”
Fuente: La Voz del Interior
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