Estiran el cuerpo contra la violencia de género. Hacen gimnasia, caminatas y zumba en el Hospital Príncipe de Asturias para atraer y contener a mujeres víctimas de violencia. El solcito mañanero las trae, emponchadas, hasta el SUM del Hospital Príncipe de Asturias.
Vienen acurrucadas, con los hombros contraídos y las narices coloradas por el frío, un tanto entumecidas pero dispuestas a hacer activar la circulación. Desde el CPC de Villa El Libertador llega Claudia Biasizzo para ponerse al frente de la clase que, como cada miércoles, transcurre en el Hospital e incluye una caminata por el barrio que termina en el CPC.
“El Hospital es el lugar al que llega una mujer violentada, entonces sentimos que era acá donde nos teníamos que quedar para esperarlas, contenerlas y acompañarlas”, describe Claudia Casas, de Mujeres en Marcha, y en ese contexto explica la necesidad de crear espacios recreativos y saludables, y no sólo informativos.
“Si hacemos una charla, no vienen muchas mujeres. A gimnasia sí, y van tejiendo relaciones, creando amistades, hasta que un día solas deciden contar lo que les pasa, sabiendo que estamos acá para acompañarlas”, describe Casas. Y valora la importancia del compromiso de los profesionales médicos que les hicieron lugar al desembarco, al trabajo conjunto, al seguimiento de los casos.
“Son los médicos, en las guardias y en los consultorios, los que detectan los casos. Los que invitan a esas mujeres, los que las acercan a nosotras y al mismo tiempo trazan un plan de seguimiento”, cuenta Casas, haciendo referencia al protocolo elaborado e implementado en el Hospital Príncipe de Asturias. “Es un caso inédito de trabajo comunitario desde adentro del Hospital, con muchas organizaciones que participan y se comprometen”, sentencia.
Si sos víctima de violencia, comunicate al 0800-888-9898 o al 144, y pedí ayuda.
Una decena de mujeres la escucha, mientras hace círculos con sus articulaciones, entrando en calor desde los pies y hacia arriba. Tardaran segundos en arrojar un nuevo chiste que desate la carcajada colectiva.
Esta actividad saludable abierta a la comunidad es un espacio para que se ocupen de ellas, de sus cuerpos, y que sirve, al mismo tiempo, de contención para las que sufren violencia. “Que vengan una hora a distraerse, a divertirse, a relacionarse, ya es un gran logro en un sector de la ciudad que tiene pocos espacios gratuitos, y muchas veces también inaccesibles”, asegura la profe. Completan la actividad de los miércoles con una hora de zumba los días sábados, también en el Hospital, dictada por la bioquímica.
Ivone Mestre es médica clínica, y asegura que la implementación del protocolo les ha permitido sistematizar una problemática que los preocupa, y los ocupa. “Hay una parte importante del abordaje que excede a nuestro trabajo, y es la contención en terreno que hacen las organizaciones. Ahí radica la importancia de trabajar con la comunidad”, cuenta. Ahora está promoviendo una modificación informática para que pueda elaborarse un registro fidedigno de los casos de violencia de género.
Curar más que la herida
“Los médicos atienden a pacientes, curan una herida, sin ahondar en las causas. Fuimos viendo que había una problemática que se profundizaba de viernes a domingo, de mujeres que llegaban con golpes y que sólo en la mitad de los casos reconocían que habían sido golpeadas”, repasa Alba Romera, también de Mujeres en Marcha. “Los médicos plantearon la necesidad de un protocolo de abordaje, nos pusimos a trabajar todos juntos durante un año hasta que logramos tener sistematizado cómo atender estos casos”, recuerda.
Según estimaciones de la organización, un 30% de las víctimas de violencia de género regresan al hospital para continuar con algún tipo de seguimiento, ya sea médico o psicológico. “Y con ese otro gran porcentaje que no regresa intentamos establecer un acercamiento desde otro lugar, un abordaje lateral que nos permita acceder a esa persona y traerla a los espacios de contención”, apunta Alba.
Mujeres en Marcha llegó al Hospital Príncipe de Asturias hace cinco años. “Vinimos a apoyar a un grupo de empleados precarizados, comprometidos con la necesidad de tener un hospital grande, empezamos a acompañarlos en la lucha por más personal e insumos”, recuerda Claudia Casas. Hoy tienen en el mismo centro de salud un espacio de interdisciplinario basado en el compromiso con la comunidad.
Fuente: Día a Día
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