Los jueces fundamentaron que no existió violencia de género porque la víctima no asumió un rol de sumisión, sino que se empoderó y se mostró decidida a defender sus derechos. Al no comprobarse desigualdad de poder en la relación entre Paola Acosta y Lizarralde, el tribunal de la Cámara 11ª del Crimen entendió que no corresponde hablar de femicidio en el asesinato de Paola Acosta. Los jueces entendieron que la víctima, lejos de estar en un vínculo de sumisión, “se mostró como una persona decidida a defender su derecho y los de su hija”.
Ayer se conocieron los fundamentos de la condena a prisión perpetua a Lizarralde por el homicidio agravado por alevosía de Paola y la tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por alevosía de la hijita de ambos, ML. El tribunal integrado por Susana Frascaroli (presidente y autora del primer voto), Daniel Ferrer Vieyra y Graciela Bordoy de Pizzicari expuso sus conclusiones luego del veredicto unánime junto al jurado popular.
Frascaroli sostiene que fue homicidio calificado por alevosía porque el victimario “preordena (el crimen) de modo tal de evitar la reacción de la víctima o de un tercero y así poder dar muerte a la primera con mayores chances de lograr el resultado querido”. Igual criterio aplica con ML porque al morir su mamá quedó “a merced de su agresor, sin posibilidad alguna de que su madre o un tercero le brindara cualquier tipo de auxilio”.
El agravante por el vínculo con Paola quedó descartado en el debate. El tribunal sostiene que no corresponde ese calificante porque la relación “no fue estable, sólo se extendió por un lapso de alrededor de seis meses (…) y sólo tuvieron tres o cuatro encuentros íntimos, en uno de los cuales fue concebida la menor”.
Sobre la figura del femicidio, el voto de la vocal Frascaroli incluye un amplio marco normativo que incluye a la Conferencia Mundial de la Mujer, la Convención de Belem do Pará, la ley 26.485 y el propio Tribunal Superior de Justicia provincial, entre otras referencias.
Además, la camarista cita a Jorge Buompadre (Violencia de género, femicidio y derecho penal: los nuevos delitos de género) quien sostiene que “el asesinato de cualquier mujer (…) no implica siempre y en todo caso femicidio”, sino que debe existir “una situación de subordinación y sometimiento (…) basada en una relación desigual de poder”. El autor indica que la conducta típica es “la relación desigual de poder” para configurar agravante por femicidio.
La relación
Sobre este crimen, el voto describe aspectos de la relación de Paola y Lizarralde. Cita a un amigo confidente de ella que mencionó que la mujer “no estaba enamorada, ni enganchada, lo único que la ilusionaba era su hija”.
En su argumentación, Frascaroli plantea una serie de preguntas: “¿Fue esta relación realmente asimétrica, desigual, como lo exige la ley? ¿Ejerció realmente Lizarralde sobre Paola un poder generador de sumisión, daño, sufrimiento, imposición de una voluntad, dominación y sometimiento, que son las conductas y secuelas propias de la violencia de género? ¿Existió en este caso, además de ser sus protagonistas un hombre y una mujer, un componente subjetivo, misógino, que es lo que guía la conducta del autor, esto es, causar un daño por el hecho de ser mujer?”.
Al hablar del tipo de relación, sostiene la vocal que Paola “no fue dócil” frente “a la postura que asumió Lizarralde (sobre su paternidad)”. Citando a la instrucción, sostiene que no asumió esa actitud de sumisión “sino que decidió empoderarse en defensa de sus derechos y los de su hija”.
Concluyendo, la presidente del tribunal recuerda: “Para que exista ‘violencia de género’ hemos visto que se exige la presencia de una ‘víctima mujer vulnerable’ y la existencia de ‘relaciones de desigualdad y de poder asimétricas entre los sexos, que subordinen a la mujer’”. Tras esto, la camarista concluye que “estas condiciones no existen en el presente caso” y que no hubo “una relación desigual de poder”.
Además, entre otros aspectos, vuelve a citar a la fiscal Eve Flores, quien “describe a Paola Acosta diciendo que ‘no se trataba de una mujer que se colocaba a sí misma en el rol fijado socioculturalmente para el género femenino, que tolera y soporta toda conducta abusiva del hombre, sino que muy por el contrario, se mostró como una persona decidida a defender su derecho y los de su hija’”.
Fuente: La Voz
Comentar post