La niña de 5 años tiene un alto coeficiente intelectual. Sus padres hablan sobre los desafíos de criar a una pequeña súper inteligente… “Te voy a decir una cosa: no importa si pierdo en este juego. Lo que vale es sumar puntos”.
Roxana Letizia Ghibaudo (“Leti” para sus conocidos) sabe muy bien lo que es acertar, porque lo hace todo tiempo en clase. La niña de 5 años sostiene una tablet con sus manos y aclara, como un mantra, que lo importante es participar.
Es que desde hace un tiempo a esta parte, sus padres vienen explicándole que no pasa nada si pierde. Trabajan en ella la tolerancia a la frustración. “Está acostumbrada a responder bien todo lo que la maestra le indica. Sabe lo que es destacarse en su clase. Por eso le explicamos que, si pierde de vez en cuando, eso no es ninguna tragedia”, cuenta su papá.
Hace dos años, el Equipo de Altos Talentos del Ministerio de Educación provincial detectó en Letizia un “rendimiento superior al promedio”. Y sugirieron “el adelantamiento” de la niña hacia un grado superior.
Ahí fue cuando sus padres, Raúl Gustavo Ghibaudo (42) y Mery Isabel Polo (41), comprendieron que estaban frente a una niña especial. Hoy, a sus cortos 5 añitos, Leti arma complicados rompecabezas, resuelve operaciones matemáticas y sabe leer ciertas letras.
“Nos parece importante que la gente conozca la realidad de los niños con alto coeficiente intelectual. Porque cada vez que se habla de educación especial, se los deja de lado”, dice el papá.
Antes de tiempo
¿Por qué prende la luz? ¿Qué pasa con la rueda si se desinfla? ¿Cómo funcionan los autos? Desde pequeña, Letizia se hacía preguntas poco comunes para una niña de su edad.
En su grupo de amigos de barrio Ituzaingó, siempre hacía de mamá. “No abras ese cajón porque se te va a caer encima”. “No toques eso porque te podés lastimar”, ordenaba a sus compañeros.
Comenzó la sala de 3 en la escuela Roque Sáenz Peña, ubicada en Vélez Sársfield y Pueyrredón. “Siempre esperaba el recreo para juntarse con los chicos más grandes”, cuenta su papá. “Volvía triste de la escuela porque se aburría en clase y la ponían en penitencia”, recuerda Gustavo.
Los directivos del colegio recomendaron que consultaran con el Equipo de Altos Talentos. Y ahí superó los ejercicios de habilidad numérica, nivel lingüístico e interacción personal. “Son chicos muy exitosos. Están acostumbrados a resolver operaciones complejas. Y no sabés hasta qué punto estimularlos en casa, para que no se aburran en la escuela”, dice el papá.
Con el objetivo de visibilizar la problemática, se abrió en Ciudad Universitaria el “Servicio de Detección Temprana de Talento, Superdotación y Problemas de Conducta y/o Aprendizaje en Niños”. Paula Irueste, investigadora de la Facultad de Psicología que impulsó esta iniciativa, asegura que esos casos suelen pasar desapercibidos.
“Que no se desarrolle adecuadamente el talento de un niño implica de por sí una pérdida. Pero el riesgo más grave es que sea patologizado, erróneamente diagnosticado, medicado y llevado a consultorios, visitando médicos”, indicó la investigadora en un informe realizado por el portal Unciencia.
Leti ahora se ha puesto a dibujar corazones de colores. Con una lapicera azul estampa su nombre en el papel. Antes de regalar su obra, aclara: “Te voy a decir una cosa: La zeta me salió como un 2. Lo voy a cambiar para que quede más lindo”. Y se ríe.
Ag. de Noticias: Dia a Dia
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