En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, unas mil personas marcharon por el Centro para pedir más protección.
“Nena, sólo quería saludarte, y contarte que mi yerno la golpeó a mi hija la semana pasada”, interrumpe una señora, mientras hablaba Marina Acosta: hermana de Paola, tía de Martina, militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores, devenida en referente en materia de luchas por los derechos de las mujeres. Marina preguntó si podía ayudar en algo, y la señora le aseguró que su hija está mejor, le dio un beso y se fue.
“En un día tan simbólico como hoy, es muy triste tener a mi hermana en una bandera y no al lado mío”, describe Maru con los ojos húmedos, a minutos de que comience la marcha en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. “Su muerte no tiene que ser en vano, y tiene que servir para salvarle la vida a un montón de mujeres, por eso estamos al frente de esta lucha”, argumenta la joven.
“El Estado tiene que tener refugios para que la mujer que denuncia pueda abandonar la casa que comparte con el agresor, y tiene que haber más contención y asistencia a las víctimas”, pide, en el marco del reclamo para que se declare la emergencia en violencia de género.
Muchas violencias
Los femicidios son la expresión más extrema de la violencia hacia las mujeres, pero la lucha es por muchas otras formas de violencia. “Sufrimos mucho acoso en los lugares de trabajo, cobramos menos que un hombre por igual trabajo, en medio de alto nivel de informalidad”, enumera Leticia Celli, abogada del CeProDH y dirigente del PTS.
“En Córdoba se suma el hecho de no poder abortar siquiera en los casos de aborto no punible, que con el fallo de la Corte de 2012 debiera poder hacerse en casos de violaciones, pero un fallo local no se puede”, agrega Celli, y reclama que en el nuevo Código Civil se establece que hay vida desde la concepción. “Estamos dando pasos hacia atrás, por influencia de la Iglesia y de Francisco, estamos cada vez más lejos de poder acceder a nuestros derechos”, protesta.
Marcha
Unas mil personas se movilizaron en la tarde de ayer, desde la esquina de avenida Colón y General Paz hasta el Patio Olmos. “Cárcel, común, perpetua y efectiva, ni un sólo femicida por las calles de Argentina”, cantaron a viva voz, y reclamaron un rol más activo desde el Estado para asistir a las víctimas y para prevenir nuevos casos.
“La violencia hacia las mujeres no es un problema de mujeres”
“Sostenemos que la violencia hacia las mujeres y niñas no es un problema de mujeres, sino de las comunidades en su conjunto, y que implica un grave problema de salud pública”, sostiene sin titubeos Hugo Huberman, psicólogo social y coordinador de la campaña Lazo Blanco.
–Sus conceptos son muy inclusivos con los hombres.
–Claro, como trabajadores de los derechos humanos con perspectiva de género tenemos analizar en qué cultura llegamos a ser estos hombres. Fuimos moldeados con violencia, muy poco respetados, y también sufrimos el patriarcado, de diferente manera, pero lo sufrimos cuando no encajamos en el “perfil de hombre deseado”.
–¿Por qué lo plantea como un problema de salud pública?
–Primero, por los costos de una mujer golpeada, que son altísimos y a largo plazo. Por las consecuencias en la familia, porque no se trabaja con los familiares y hay muertes prematuras dentro de esos grupos, muertes de personas que no estaban enfermas. Entonces la violencia tiene implicancias en la víctima, en las familias, y en la comunidad que, si siente que esos casos quedan impunes, entra en una anomia muy fuerte: la gente se quiere correr de ahí, no se quiere solidarizar, no responde.
–¿Quiénes participan en la Campaña Lazo Blanco?
–Somos una alianza de 150 organizaciones, algunas gubernamentales y otras no, de todo el país. Creemos que hay que construir un movimiento social que atraviese los grupos etarios y étnicos para promover un cambio en la cultura y que todos le digamos no a la violencia hacia las mujeres y niñas. Una ley puede promocionar un cambio pero no lo genera, entonces si bien se ha mejorado la legislación no se ha mejorado la cifra de mujeres que sufren violencia. Para trabajar en un proceso de equidad, es indispensable involucrar a hombres, mujeres y niños.
–Va a estar dictando seminarios a gente del deporte. ¿Por qué?
–Porque el deporte es un bien social, un derecho universal, y la cultura lo restringe a hombres o a mujeres. Todas las personas pueden practicar los deportes que deseen, pero nos encontramos con chicos a los que no les gusta el fútbol por eso se sienten presionados, y también con chicas a las que le gusta el fútbol y no pueden jugar. Además, se da en torno al fútbol una masculinidad violenta, competitiva y salvaje respecto a la visión del otro como un enemigo. Entonces el deporte termina siendo otro espacio de profundas inequidades y violencias, y quienes están en estos espacios (entrenadores, árbitros, dirigentes) todavía no lo ven. Queremos contarles que tienen en sus manos una hermosa posibilidad de generar deporte por la equidad, por la no violencia, con sentido social y que expanda los derechos.
Fuente: Día a Día
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