La empresa Marca Líquida puso en marcha una política de certificación en establecimientos de terceros. Tiempo atrás, escuchar hablar de procesos de mejora continua y sistemas de certificación era propiedad casi exclusiva de las manufacturas de origen industrial o agropecuario.
Sin embargo, en los últimos años, los conceptos se han aplicado como objetivos a cumplir dentro de la producción primaria. Protocolos con buenas prácticas de producción, ambientales y empresariales, normas ISO y certificaciones AC y RTRS están llegando a los lotes. Quienes toman la determinación de incursionar en estos sistemas de gestión tienen objetivos bien claros y definidos: producir de manera sustentable y demostrar a la sociedad que lo hacen de principio al fin.
La empresa agropecuaria Marca Líquida viene trabajando en esta dirección desde hace cuatro años, cuando comenzó con la implementación de la norma ISO 9001:2008 para todos sus servicios, que incluyen la administración de un fideicomiso agropecuario de 16.800 hectáreas, la comercialización de granos, un departamento inmobiliario para propiedades rurales y urbanas, y la edición y logística integral de una revista especializada.
Pero el interés por la mejora continua y el compromiso por la calidad no se quedaron con haber logrado la certificación en la norma internacional. Desde hace un año trabaja en la puesta marcha del sistema de Agricultura Certificada, a través de Aapresid, en dos campos vinculados al fideicomiso agrícola; en la certificación internacional RTRS para la producción de soja, y el programa de acceso a la producción certificada de la empresa Syngenta, en otras tres explotaciones. El denominador común es que esta estrategia de gestión productiva se realiza en campos alquilados.
Abanderados
El proceso de Agricultura Certificada de Aapresid tiene a dos campos como abanderados. Uno, ubicado en Cañada de Machado, a 18 kilómetros de Río Primero, donde se trabajan 253 hectáreas; el otro, en Costa Sacate, donde la producción ocupa 202 hectáreas. En ambos casos, el contrato de arrendamiento es a 10 años y la empresa instaló equipos de riego.
“Los dos propietarios de los establecimientos accedieron a realizar un contrato por 10 años porque entendieron que la empresa realizaba una inversión en riego que necesitaba tiempo para amortizar. Esto permitió, además, entrar en el proceso de certificación con la tranquilidad de que las inversiones que se hagan en la adecuación de la infraestructura van a tener un plazo de amortización razonable. El objetivo es poder demostrar que en esos campos se está cumpliendo con las buenas prácticas agrícolas y que no lo dice la empresa, sino que hay un auditor externo que así lo certifica”, explicó Daniel Rivilli, director de Marca Líquida.
El programa Sustentia de acceso a la producción certificada –que pertenece a la empresa Syngenta– se está implementando en otros tres establecimientos: La Yina, con 200 hectáreas; El Walter (180); y San Benito (900).
“Se trata de un programa que permite dejar el campo en la etapa previa a la certificación”, comentó Marisa Tejeda, responsable de Calidad de Agricultura de la empresa.
El programa internacional RTRS apunta a la certificación específica de la producción de soja. En los últimos dos años, 31 empresas agropecuarias de Argentina, Brasil, India y Paraguay lograron cumplir con sus exigencias, por un volumen total de 1,12 millones de toneladas.
De las 16.800 hectáreas que maneja el fideicomiso Marca Líquida, más de 1.700 están en proceso de certificación. El objetivo de la empresa es llegar en un futuro a tener el 100 por ciento de los establecimientos bajo una auditoria externa.
Cambio cultural
Como en cualquier otra rama productiva, la puesta en marcha de los procesos de gestión en la agricultura requiere del convencimiento de todas las partes involucradas. “El éxito depende mucho de los terceros involucrados, no en cuanto a la calidad del trabajo sino respecto de las condiciones en que se debe hacer la tarea. En la contratación de las tareas agrícolas, por ejemplo, hay protocolos de evaluación de proveedores que se deben seguir y en función de ellos se hace la elección”, afirmó Tejeda.
La confección de registros con mediciones de gases, análisis de suelos, agua, contaminación ambiental y las buenas prácticas agrícolas (que incluyen rotación, manejo integral de malezas, enfermedades e insectos y manejo eficiente y responsable de agroquímicos) son algunos de los indicadores a evaluar dentro del modelo de mejora continua.
Rivilli tiene claro que, por el momento, las certificaciones no aportan un beneficio económico a la empresa; aunque no tiene dudas de que a futuro aportarán valor agregado. “Hoy son una inversión que más adelante se traducirá en un beneficio económico, por la mayor eficiencia en la producción y menores costos. Mientras tanto, aportan la seguridad al resto de la sociedad de que el establecimiento está cumpliendo con las buenas prácticas agrícolas”, destacó.
La empresa ya cuenta con su certificado de cumplimiento de la norma ISO 9001:2008. “Comenzamos hace cuatro años en forma muy incipiente con el objetivo de organizar las tareas cotidianas. Pero las metas crecieron y se tomó la decisión y se asumió el desafío de certificar todos los servicios que brinda la empresa”, comentó Viviana Díaz, responsable de Gestión de Calidad.
Con un plantel de 28 personas, Marca Líquida presta también servicios de comercialización de granos y servicios inmobiliarios. Dentro de esta estructura, el fideicomiso agropecuario que administra funciona como un cliente más.
Cuatro sellos
ISO 9001:2008.Marca Líquida cuenta con la certificación de todos sus servicios: administración de un fideicomiso agropecuario, comercio de granos, negocio inmobiliario y edición de una revista especializada.
Agricultura Certificada.Está en proceso en dos campos, sobre un total de 455 hectáreas.
Certificación RTRS.En proceso para la producción de soja.
Fuente: La Voz
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