La clave es tener un sistema de contingencia que incluya a todos los vecinos. Consejos sobre qué hacer ante un evento severo… Lluvias intensas en pocos minutos y vientos huracanados. Calles anegadas y cortes de luz generalizados. Este panorama se está volviendo una figurita repetida en Córdoba.
El clima, motorizado por el calentamiento global y la corriente del Niño, está mostrando todo su poder. Las ciudades parecen de cristal, con una infraestructura pobre que no respeta la geografía natural, ni sigue una planificación. Y los ciudadanos, presos de la desesperación y la negligencia, a veces pagan con sus vidas la furia climática. ¿Qué necesita la ciudad para enfrentar una tormenta?
Educación y planificación. Manuel Guzmán, meteorólogo especialista en tiempo severo y ex director de Defensa Civil de la Municipalidad, asegura que la clave es la educación del ciudadano, tarea que requiere tiempo. “En cada tormenta, los vecinos deben saber qué hacer y a qué centro de evacuación deben ir. La ciudad debe funcionar como el consorcio de un edificio”, asegura.
Para eso, considera que además del comité de emergencia municipal, el municipio debería crear subcomités en cada CPC y que a su vez trabajen en colaboración con los centros vecinales y otras instituciones.
“El gobierno debería crear un equipo interdisciplinario y definir qué es un alerta meteorológico y emitirse con el tiempo suficiente como para poder actuar. No cuando la tormenta ya se desató”, explica y señala que el sistema de alerta temprana de la Provincia “no es serio” porque no hay profesionales a cargo de la observación de la información meteorológica.
Mejorar lo que está. Más allá de las obras de infraestructura necesarias, Guzmán señala que hay que trabajar en las que ya están. “Las bocas de tormentas deben limpiarse inmediatamente después de cada tormenta. Hay algunas que deben mejorarse porque no cumplen su función”, explica.
Otra tarea que le correspondería a la Municipalidad es clasificar los árboles según su riesgo de posible caída y marcar a los que son más peligrosos.
Horacio Bota Bernaus, especialista en tránsito, señala que otra tarea importante es señalizar las calles peligrosas durante una tormenta, en especial, en zonas periféricas para que la gente sepa cómo actuar.
La actitud del vecino
Las actitudes de los vecinos antes, durante y luego de una tormenta también son importantes para evitar daños graves y salvar vidas. Otra vez, la palabra clave es educación.
Bota Bernaus explica que la mejor decisión durante una tormenta es no salir de casa. “No sólo cuando se largó la lluvia, sino antes. Parece que usamos los informes del tiempo sólo para decidir si hacemos un asado”, ironiza. Y ejemplifica con lo que ocurre en la navegación aérea, donde los informes meteorológicos son esenciales para decidir qué hacer.
Miedo a la piedra. “No hay que volverse locos por la piedra. Hay desesperación por refugiarse para no dañar el auto. La gente maneja a altas velocidades y para en cualquier lugar. Lo importante es evitar situaciones de riesgo”, afirma.
Y explica que lo mejor es continuar a baja velocidad pero acelerando (para evitar que no entre agua de escape) hasta un lugar seguro, pero evitar las calles en las que uno sabe que se concentra agua. “Un lugar seguro es fuera de la vía pública: nuestra casa, un parador o una estación de servicio”, detalla.
Guzmán agrega hay que evitar las calles con pendientes, porque la corriente de agua puede ser fatal. “Hay que salir de las calles con pendiente pero siempre subiéndola”, explica.
Seguridad en casa. Dentro de casa, hay que cerrar las aberturas del sur y oeste y dejar abierta alguna del norte. “Cuando se hermetiza una casa y hay un tornado hay riesgo de que los vidrios estallen por diferencia de presión”, explica Guzmán.
También recomienda desconectar aparatos eléctrico con el objetivo de evitar el contacto con el agua en caso de inundación. “Lo ideal es cortar la luz y usar un sistema de iluminación de emergencia”, dice.
Y enfatiza que de ninguna manera hay que salir al exterior por el riesgo de caída de un rayo o de algún objeto suelto que vuele con el viento. “Hay que tener paciencia porque estas tormentas no duran más de 30 minutos”, indica.
Fuente: La Voz
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