Hace hoy dos décadas, los polvorines de la Fábrica Militar hicieron explotar sobre la ciudad miles de proyectiles que se preparaban para vender ilegalmente a Croacia. La evocación de la tragedia, la recuperación y las reacciones de la comunidad ante el paso del tiempo.
20 años atrás, la ciudad de Río Tercero era noticia en el mundo por bombardearse a sí misma. Siete muertos, unos 300 heridos y millonarios daños materiales dejaron una profunda huella en la ciudad. Más allá de vaivenes y demoras de las causas judiciales, la ciudad fue reconstruyendo con el tiempo su relación con esa tragedia.
En la comunidad, cada aniversario genera algún debate sobre si se mantiene suficientemente viva la llama del reclamo y la memoria, por un siniestro que para la mayoría de sus habitantes –y para el reciente fallo judicial– estuvo ligado a hechos de corrupción estatal, o si predomina el “ya fue”, como opción de olvido, superación o síntoma de heridas en curación.
En debate
Miguel Torres es el padre de Romina, a quien a sus 15 años una esquirla le arrebató la vida aquella mañana. “Las familias de los fallecidos, al igual que la ciudad, tratamos de seguir una vida normal, aunque con dolor por el recuerdo”, acota Miguel, y marca que “cada uno lo vivió a su manera, es cierto que al último éramos pocos en las marchas y actos, pero siempre se recordará un 3 de noviembre en esta ciudad”.
Desde su visión como psicóloga, Paula Rolando opina que “el agotamiento lleva a la desmotivación y al desinterés que sobrevienen después de un período de tiempo sin alcanzar los resultados reivindicativos esperados y lo recibido ha sido lo contrario: falta de responsables visibles, la ignorancia a las víctimas y el silenciamiento de la problemática de fondo”.
Según Rolando, “el paso del tiempo, los cambios generacionales, la desaparición de quienes vivieron el acontecimiento y los nuevos grupos que crecen sin haber pasado por la experiencia traumática” generan cambios en la relación de la comunidad con el suceso.
Para el intendente Alberto Martino, “que la gente no se movilice no significa que no recuerde el hecho”. Tras asegurar que “el 3 de noviembre quedará para siempre en la historia de la ciudad”, opinó que “a medida que pasa el tiempo, las heridas se van cerrando, aunque quedan las cicatrices. La herida siempre quedará abierta para los familiares de los fallecidos. Para el resto de la población, el juicio se hizo y el reclamo por las indemnizaciones está a punto de cerrarse”.
Luis Sobrero, presidente del Colegio de Abogados local en aquel momento y amigo personal de la fallecida Ana Gritti, única querellante penal de la causa, destaca: “El tiempo sigue jugando a favor de los que atentaron contra un pueblo. Otro caso en que la Justicia está en falta con la sociedad. Ciudadanos e instituciones de Río Tercero lentamente fueron abandonando el reclamo de Justicia. Los gobiernos terminaron subestimándonos con promesas incumplidas. La ciudad merece aún una reparación histórica”
Baltasar Vargas, periodista local, considera que “es un hecho natural que con el tiempo pierda nitidez el recuerdo sobre los graves hechos vividos y pierda intensidad el reclamo”.
Para Vargas, “reclamar justicia era ya de por sí injusto, porque el Estado debió garantizar enseguida ese derecho y no lo hizo, o al menos no lo hizo como lo demandábamos los riotercerenses”.
Dejó de ser prioridad
El abogado Aukha Barbero, uno de los querellantes en la causa penal, sostiene que “la gente en su vida cotidiana tiene otras prioridades, cosas más urgentes, importantes, y no queda a veces mucho tiempo para la reflexión sobre el pasado”. Según interpreta, “parece haber también ya una condena social, más allá de lo judicial, porque la sociedad tiene definido quiénes hicieron volar Río Tercero, y por eso para muchos quizá es como que ya está”.
Juan Peirone, principal dirigente de la oposición política actual en la ciudad, dice entender “la desazón en que se vio envuelto el ciudadano al ver que tanto la Justicia como los gobiernos no actuaron con la celeridad que requería este gravísimo hecho. Y como dice el Papa, cuando la Justicia llega tarde la dignidad queda lastimada y el derecho postergado”
El periodista y docente Pedro Figueroa aporta, en tanto, que “no es una ciudad que generalmente se movilice masivamente, menos por reclamos o hechos dolorosos; y porque hay quizá una especie de consenso implícito de que es mejor volver a la vida normal y no recordar ese 3 de noviembre tan angustiante”. Para Figueroa, “salvo en las primeras marchas, es evidente que el tema explosiones hace años que no es prioritario ni masivo en Río Tercero” y citó “la soledad y hasta el desprecio que transitó Ana Gritti”, así como “la escasísima repercusión del juicio oral del año pasado”.
Fuente: La Voz
Comentar post