Las pruebas que complican a Lizarralde. Aparecieron testigos, además de otras manchas de sangre, por lo que se cierra el círculo de la investigación alrededor del padre biológico de Martina.
Hace una semana, en la mañana del jueves 18, dos adolescentes de 16 y 14 años se despertaban sobresaltados en el departamento de calle Martín García al 200, barrio San Martín, de la ciudad de Córdoba. Su madre, Paola Acosta (36), y la pequeña Martina (un año y nueve meses) no habían dormido allí.
En la mesa del comedor, estaban el celular de la mujer, la billetera, la mamadera, el bolso de la bebé. Nada podía estar bien. Llamaron a sus abuelos, a los tíos, y empezaron un largo peregrinar para poder denunciar la desaparición de ambas.
Comenzaba a escribirse, entonces, la investigación de uno de los casos criminales más espantosos de los últimos tiempos en la ciudad de Córdoba.
Desde un comienzo, todas las miradas apuntaron en dirección al padre biológico de Martina, Gonzalo Lizarralde (33), quien había sido obligado por la Justicia, tras un análisis de ADN, a asumir la paternidad recién el 20 de agosto último.
Fuente: La Voz
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