La vicia y el triticale le dan buenos resultados a los maíces tardíos. Un ensayo en la UNC mostró las ventajas productivas del cereal implantado sobre cultivos de cobertura.
En el centro-norte de la provincia, la agricultura fue ganando espacio en desmedro de la ganadería. La siembra directa ha motorizado este cambio de paradigma haciendo que el agua almacenada en el suelo no se pierda por efecto de la cobertura que brindan los residuos vegetales de campañas anteriores. Aun así el agua se “va” de manera improductiva. Además, el sólo análisis de las isohietas nos indican que la región sigue siendo semiárida, a pesar del esmero en la producción granaria.
A nuestro alcance se encuentran las herramientas que promuevan la conservación y/o utilización del agua almacenada en el suelo. Desde la finalización del verano hasta principios de otoño y luego de la cosecha del cultivo estival, las no muy abundantes precipitaciones son almacenadas en el suelo a manera de una cisterna esperando contar con esta ella al momento de dar inicio a la nueva campaña agrícola.
Por mucho tiempo se sostuvo que el uso de barbechos limpios se correspondía con la práctica más idónea para alcanzar dicho fin. No es tan así, el agua se pierde independientemente de que el suelo este con o sin malezas. Según Rodolfo Gil, en un suelo mal manejado del norte del país, por cada 100 milímetros que caen sólo 20 milímetros son almacenados en el suelo.
Ante esta problemática y dando por perdidos valiosos milímetros de agua, por qué en vez de evaporarlos no lo transpiramos mediante el uso de un cultivo que sólo vegete y oportunamente secado secuestre carbono y de paso proteja el suelo. Estamos hablando de los cultivos de cobertura.
Tal como lo señala el especialista Matías Ruffo, y dando por descontado que la fecha de implantación del cultivo de cobertura se hizo en función de acumular la mayor cantidad de biomasa, se debe dar por finalizado el crecimiento y desarrollo del cultivo antes de que comience a consumir más agua debido al acecinamiento del período crítico para la producción de grano. A reglón seguido, el productor se debe armar de una paciencia tal de almacenar la suficiente cantidad de agua para que el éxito del cultivo estival no se vea opacado.
En síntesis, el beneficio del uso de los cultivos de cobertura, tanto de gramíneas como de leguminosas, radica en un sin número de aspectos que hacen a la sustentabilidad del suelo como recurso a partir del cual se produce alimento. Los cultivos de cobertura contribuyen a disminuir la erosión eólica e hídrica, evitan el impacto directo de la gota de lluvia y el escurrimiento superficial; sus raíces generan microporos y los residuos que quedan en superficie, aumentan la infiltración del agua. Finalmente, promueven la fijación de nitrógeno y carbono atmosférico e incrementan la actividad y biodiversidad microbiana en el suelo.
Experiencia a campo
El objetivo de este trabajo fue evaluar el comportamiento agronómico de un cultivo de maíz implantado sobre un barbecho invernal y dos cultivos de cobertura, triticale (X Triticosecale wittmack) y vicia (Vicia villosa).
El ensayo se realizó en la campaña pasada en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba.
La clasificación del suelo recae en un Haplustol éntico. Sobre una superficie de 360 metros cuadrados, en la que estuvo implantada una soja de primera, se subdividieron tres bloques en los que se distribuyeron al azar los siguientes tratamientos: barbecho invernal (B), triticale (T) y vicia (V) como cultivos de cobertura.
En este último caso con dos distancias entre surcos, 0,20 metro (V20) y 0,40 metro (V40). Los cultivos de cobertura se sembraron el 19 de abril de 2012. La densidad de siembra en el triticale fue de 130 y en vicia de 40 semillas viables por metro cuadrado. La distancia entre surcos utilizada en el triticale fue 20 centímetros. Cada unidad experimental estuvo compuesta por 30 surcos, a excepción del tratamiento V40 por 15 surcos. Al momento de sembrar los cultivos de cobertura se estimó el porcentaje de agua en suelo por el método gravimétrico hasta los 200 centímetros de profundidad.
El 11 de octubre se procedió al secado mecánico mediante el uso de un rolo al estado fenológico de 80 por ciento de floración en vicia y antesis en triticale. En cuanto a la parcela sujeta a barbecho invernal el control químico consistió en la aplicación de 1,5 litro de glifosato, más dos litros de atrazina.
Previamente al rolado mecánico, se tomaron muestras de biomasa aérea con el objetivo de determinar la producción de materia seca por unidad de superficie. Se estimó el porcentaje de agua remanente en el suelo por el método gravimétrico hasta los 200 centímetros de profundidad.
Al momento de implantar el maíz cada unidad experimental (tratamiento) fue subdivida a su vez en dos subparcelas correspondientes a las fechas de siembra a evaluar. El 8 de noviembre (1°FS) y el 27 de diciembre (2°FS). Se utilizó el híbrido de Dekalb 747 con cinco eventos apilados de ciclo intermedio. Cada parcela estuvo compuesta por seis surcos de 5 metros de longitud distanciados a 52 centímetros. La densidad de siembra rondó las 60 mil semillas viables por hectárea.
Al momento de la siembra del maíz se estimó el porcentaje de agua en suelo por el método gravimétrico hasta los 200 centímetros de profundidad y no se recurrió a fertilización alguna. A partir de una muestra de dos metros cuadrados se midieron o estimaron las siguientes variables: rendimiento en grano y biomasa aérea al cero por ciento de humedad (kilos por hectárea), peso de mil granos y número de éstos por metro cuadrado.
La información se interpretó estadísticamente mediante un análisis multivariado de Componentes Principales Biplot, que compara las ocho combinaciones de tratamientos teniendo en cuenta las cuatro variables agronómicas analizadas.
Los más altos rendimientos se alcanzaron con la siembra del 27 de diciembre (2°FS), destacándose en tal sentido el cultivo de maíz sobre cultivo de cobertura de triticale y vicia sembrada a 0,40 metro.
Informe elaborado por los alumnos Constanza Bazán, Daniel Antonio Cotorás, Matías Leonardo Rossetti y Ángel Manuel Tinari, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (UNC), bajo la tutoría del profesor Ricardo Maich.
Fuente: La Voz
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