Los mayores lo hacen para no tener tantas arrugas. Los adultos para no perder el abdomen chato, y los más jóvenes para acercarse más al ideal de hombre lampiño. Por una cosa o por la otra, lo cierto es que hoy en día las cirugías estéticas no son patrimonio de los actores de Hollywood o de la calle Corrientes, y mucho menos de las mujeres. Hoy todos se someten al bisturí.
De hecho, un reciente informe emitido por la Asociación Americana de Cirujanos Plásticos (ASPS, por sus siglas en inglés), afirma que durante 2010 ellos se realizaron 1,1 millones de procedimientos estéticos y cosméticos. En la misma línea, la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) informó que los hombres protagonizaron el 12,3 por ciento de las 105 mil intervenciones de cirugía estética realizadas durante 2009 en los 98 centros de ese país.
En cuanto a las preferencias, ambas instituciones remarcaron que «los estiramientos faciales están a la orden del día». Luego le siguen el relleno de arrugas, la aplicación de toxina botulínica, la corrección de párpados, orejas y nariz, y finalmente las liposucciones.
«Cuando pensamos en cirugías masculinas, inmediatamente nuestra mente se direcciona a las celebridades. Sin embargo, cada vez son más los hombres comunes de clase media y que rondan los 50 los que someten a procedimientos estéticos. Por lo general, el objetivo es sentirse bien y de alguna manera hacer coincidir lo físico con lo interno. Es decir que lo físico refleje la manera en la que ellos se sienten por dentro. Habitualmente cuentan con el beneplácito de sus parejas a la hora de hacer la intervención», postuló el vocero de la ASPS, doctor Stephen Baker.
Lo importante, en todos los casos, y más allá del procedimiento que se vaya a realizar, es que el paciente tenga plena consciencia de la operación a la que va a someterse, y que no tenga expectativas incoherentes o que puedan resultar riesgosas para su salud.
Es que muchas veces el hecho de tener una idea en la cabeza que luego puede no verse materializada por los resultados de la intervención lleva a que la persona que se sometió a la operación caiga en un círculo vicioso en el marco del cual todo el tiempo quiere realizar un procedimiento nuevo, por supuesto sin quedar conforme nunca.
«El rol de la medicina estética es importante porque puede ayudar a una persona que tiene un conflicto con determinada parte de su cuerpo, a resolverlo y por ende a sentirse mejor y relacionarse de otra manera al ganar seguridad. Sin embargo, siempre tenemos que cuidar que ese defecto que la persona se ve se corrija y se aborde de manera saludable, partiendo de la base de que el paciente debe tener una percepción coherente del tema», expuso el doctor Miguel Carballo, médico cirujano, especialista en medicina estética y reparadora, al ser consultado por esta agencia.
Una intervención muy solicitada
De acuerdo con los datos de la ASPS y también de la Asociación Británica de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética (BAPRAS), aproximadamente un tercio de los varones sufre una alteración de las mamas, conocida como ginecomastia, en el marco de la cual éstas adquieren una apariencia más femenina.
Debido a esta situación, que según la hipótesis de los profesionales puede estar favorecida por el incremento de peso, las intervenciones para reducir el volumen del busto en los varones han crecido un 28 por ciento respecto a 2009 y 2010.
Dado que se trata de una condición que puede influir marcadamente en la inserción social y en la vida de relación de quienes la padecen, por lo general la ginecomastia se trata. En una primera instancia el abordaje puede realizarse con terapia hormonal. Sin embargo cuando la alteración persiste es necesario recurrir a un procedimiento quirúrgico que se realiza mediante una incisión por medio de la cual se extrae el botón mamario y se reduce el volumen quitando grasa y tejido glandular.
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