El verano volvió a encender la alarma. El SUH acosó durante enero a niños de Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Bahía Blanca y Ushuaia, que se sumaron a una cifra trágica: la Argentina lidera el ranking de esta enfermedad con más casos que la suma de todos los que ocurren en el resto del mundo. Los síntomas, las razones, y las claves para prevenirla.
El SUH, también conocido como «el mal de la hamburguesa», es un mal endémico que representa en el país la primera causa de insuficiencia renal aguda en menores de 5 años y la segunda de insuficiencia renal crónica. La bacteria que lo produce ingresa al organismo por el consumo de alimentos mal cocidos o que perdieron la cadena de frío, pero también por la ingestión de aguas contaminadas y a través de la materia fecal de personas infectadas.
Se lo considera un «síndrome» porque afecta a varios órganos, entre otros, al sistema nervioso central, al corazón, a la sangre, al riñón y al páncreas. Se lo denomina «urémico» porque sube la urea, debido al daño que causa en el riñón, produciendo una pérdida súbita de la capacidad del aparato urinario para eliminar los residuos tóxicos. Y «hemolítico» porque se rompen los glóbulos rojos y bajan las plaquetas.
El primer síntoma suele confundir y minimizarse, y se puede producir entre las 72 horas y hasta los 7 días de la infección. Se trata de una simple diarrea, pero que en muchos casos incluye algo de sangre, vómitos y fiebre, y dura entre 3 o 4 días. El segundo síntoma es menos común: puede disminuir la cantidad de orina del niño y suele palidecer su rostro porque se destruyen glóbulos rojos. El tercero completa el cuadro: hay decaimiento e irritabilidad.
Una vez establecida la enfermedad, no existe un tratamiento específico que pueda impedir la progresión del daño que causa la toxina, y lo que se adoptan son medidas de sostén, como transfusiones de sangre y diálisis. Si la evolución es buena, en general dentro de los 15 días los pacientes comienzan, lentamente, a recuperarse.
Es por eso que la visita al médico no debe dilatarse. «Cada vez los padres consultan más precozmente y los pediatras suelen incluir de rutina estudios para descartar esta enfermedad. Si la consulta se demora o se hace un mal diagnóstico, suelen presentarse las complicaciones que le produce la anemia y la insuficiencia renal sin tratamiento», explicó a Notio Andrea Exeni, jefa del Servicio de Nefrología Infantil del Hospital Universitario Austral (HUA).
Pese a que el SUH tiene más prensa desde que en 2003 se encontró la bacteria en locales de la cadena Mc Donald’s, médicos y funcionarios de Salud coinciden en que aún falta una mayor toma de conciencia en la población por tratarse de una enfermedad grave tan común en el país y que la mayor prevención debe empezar en la propia casa, extremando los cuidados en la cocina y la higiene.
Exeni consideró que si bien han habido campañas de difusión por parte la Sociedad Argentina de Pediatría, el Ministerio de Salud , y algunas ONGs y entidades, el nivel de concientización es bajo.«En general –advirtió- las campañas suelen incluirse dentro de las de diarrea en general y deberían ser más intensas y específicas. Por otro lado, hay culturalmente una resistencia a modificar ciertos hábitos en relación a la manipulación y consumo de los alimentos que hace que, aún teniendo la información, los padres no modifiquen sus conductas».
Desde el Ministerio de Salud, la pediatra e infectóloga de la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia Susana Devoto afirmó que «la población está informada sobre que el SUH es una complicación de una enfermedad transmitida por alimentos» y acordó que «falta todavía fortalecer un punto importante: la prevención de Enfermedades Trasmitidas por Alimentos (ETAs) y Diarreas para evitarlo».
Devoto destacó: «Sabemos dónde está el riesgo, por lo tanto la educación no juega un rol menor en la prevención de esta enfermedad. Debemos concientizar e informar a profesionales de salud, padres, educadores y manipuladores de alimentos para asumir entre todos la responsabilidad».
Por qué Argentina lidera el ranking de casos
La incidencia de la enfermedad ha aumentado a través de los años registrándose actualmente de 350 a 400 casos nuevos por año, con una tasa de incidencia de 12.2 por 100.000 niños menores de 5 años, la más alta del mundo. La tasa de mortalidad en el período agudo es del 2 al 4 %, según datos del Ministerio de Salud.
Para entender las razones, Exeni citó estudios reportados por la Universidad de Tandil, que revelan que Argentina tiene un alto grado de contaminación en la materia fecal de las vacas, y el control sanitario es deficiente. «A su vez la introducción de la carne vacuna en la dieta de los niños se produce en edad muy temprana», alertó.
Según ella, el Estado debería tomar «mayor control del ganado vacuno en su faenamiento y en la manipulación de la carne, como así en todos los estadíos de su consumo; y controles más estrictos en toda las cadena de comercialización».
Los alimentos considerados «de riesgo»
– La carne picada mal cocida.
– Las carnes jugosas de color rosado o rojo en el centro.
– Los alimentos cocidos que tomaron contacto con carne cruda.
– Los productos lácteos que pierden la cadena de frío.
– Las frutas y verduras que no se lavaron adecuadamente.
– Los jugos no pasteurizados.
– El agua no potable.
– Los alimentos procesados fuera de la casa donde uno no pueda estar seguro de cómo han sido cocidos o almacenados.
Las precauciones a tomar
– Respetar la cadena de frío de las carnes y los lácteos.
– Un alimento fresco puede permanecer dos horas como máximo en tiempo acumulativo a temperatura inadecuada (4 a 60 grados).
– Finalizar la compra del supermercado con las carnes y lácteos.
– No descongelar sobre la mesada, descongelar en la heladera o en el microondas o bajo un chorro de agua fría. Luego, colocarlo en la heladera.
– Una vez que se cocinó el alimento consumirlo pronto. Si se guarda en la heladera, antes de consumirlo llevarlo a temperaturas de como mínimo 70 grados (con dos minutos de microondas suele alcanzar).
– Evitar colocar carne en los estantes superiores de la heladera para evitar que se derrame su jugo sobre otros alimentos.
– No guardar alimentos crudos juntos con los cocidos.
– Considerar que los productos en la puerta de la heladera están expuestos a mayor temperatura.
Los consejos al cocinar
– Lavarse las manos antes y después de procesar los alimentos.
– Al terminar, lavar todo lo que ha tomado contacto con la carne cruda, con agua bien caliente y jabonosa.
– No utilizar los mismos cubiertos con la carne cruda y cocida.
– Lavar frutas y verduras con agua potable y, de no ser posible, agregar 2 gotas de lavandina por litro de agua, esperar 30 minutos y lavar.
– Asegurarse de que la carne no sea jugosa ni esté rosada o roja en el centro.
– La carne picada está bien cocida cuando el suero que libera al cocinarse es transparente.
– Se recomienda lavar con lavandina al menos una vez por semana las tablas de madera donde se corta carne.
Las recomendaciones fuera del hogar
– Para las viandas escolares, luncheras térmicas o bolsas térmicas.
– Evitar darle al chico para que lleve al colegio productos lácteos.
– Si lleva alimentos que tienen que permanecer en frío, colocar un gel refrigerante o una cajita de jugo congelado.
– Lavarse las manos antes y después de cambiar los pañales, especialmente en las guarderías.
– Lavarse las manos luego de ir al baño.
– Clorar las aguas de natación adecuadamente y aquella de consumo que no sea agua corriente.
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