Muchas farmacias no expenden el remedio misoprostol para evitar que se use para hacer abortos. Hay mujeres que lo necesitan y no lo consiguen.
La mayoría de las farmacias de la ciudad de Córdoba dice «no trabajar» la droga Oxaprost, un antiinflamatorio que además se utiliza con distintos fines ginecológicos, entre otros, abortos. Por más que uno presente dos recetas, muchos locales se niegan a vender, aduciendo diversos motivos. La información se desprende del testimonio de Romina, una mujer que solicitó la droga después de sufrir la pérdida de su embarazo, corroborada por el recorrido que realizó este diario por las farmacias.
El Oxaprost es un antiinflamatorio (diclofenac) que curiosamente cuesta 330 pesos, en su caja de 20 comprimidos. Cada pastilla está recubierta por una droga (misoprostol) que protege al estómago de un posible malestar vinculado con la toma. Y aquí radica el quid de la cuestión porque este componente tiene además otros fines ginecológicos.
El misoprostol, o prostaglandina, es prescripto por ginecólogos y obstetras para madurar el cuello del útero. Se usa en diversos casos: para inducir partos en embarazos a término, ayudar a despedir los huevos muertos o retenidos (embriones o fetos que dejaron de latir) o para realizar estudios a mujeres mayores de 60 años. Su uso es avalado por la Federación Latino Americana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (Flasog), desde 2005.
No existe en el país un medicamento que contenga sólo esta droga, salvo el Misop 25, que es de uso institucional. De necesitarla, los médicos deben recetar Oxaprost (con doble receta) y pedir a la paciente que rompa la pastilla y utilice su cobertor.
Su uso fue popularizado clandestinamente como abortivo, razón por la cual la Dirección de Farmacias de Córdoba estableció su venta bajo receta archivada. Pero este límite se convirtió en un verdadero «parto» para mujeres que necesitan la droga por prescripción médica y no la consiguen, pese a tener las dos recetas.
«No lo trabajo». Romina y su esposo pasaron por seis farmacias hasta conseguir la droga recetada por el médico. La mujer de 34 años (su nombre es ficticio a pedido de ella) necesitaba las pastillas para «despedir» los restos de un embrión que había dejado de latir antes de la décima semana de gestación. Pese a que fue con dos recetas, no pudo conseguir la droga.
«En todas las farmacias me miraban raro, como si fuese una activista pro-aborto. En realidad, buscaba lo opuesto: quedar embarazada. Me decían que no trabajaban la droga. ‘Con eso se hace el aborto’, le dijeron a mi marido. A toda la angustia que estaba pasando por perder a mi bebé, se sumó esto. Me sentí terrible», comenta.
Romina consultó sin éxito en farmacias de tres barrios: Cerro, Alto Verde y Villa Cabrera. Hastiada, pidió a su marido que consultara por ella. Su esposo probó suerte en Güemes, centro y Cerro. Tras seis intentos, la consiguió.
En medio de la búsqueda, la pareja se enteró que existía un mercado paralelo de misoprostol. Que ciertas farmacias y hasta quioscos vendían fraccionado y sin receta, pero no pudo comprobarlo.
Para certificar la denuncia de Romina, este diario solicitó la droga, con una doble receta correspondiente a otra persona. Se eligieron farmacias, en forma aleatoria, de los barrios General Paz, Cáceres y centro. En cuatro de cinco, el medicamento no estaba disponible para la venta: «No lo trabajo», «Está en falta», «Es muy caro», fueron los argumentos brindados.
Paralelo. Para el tocoginecólogo de la Maternidad provincial, Adrián Picón Ponce, existe un mercado paralelo de misoprostol: «La mujer lo consigue, se auto-provoca el aborto y luego llega a la guardia para que detener la hemorragia. Hay incluso portales que lo venden por internet».
El especialista reconoce la dificultad para conseguir prostaglandina: «Existe un fármaco de uso institucional. Es el Misop 25. Pero es muy difícil conseguirlo y requiere la firma del director del hospital. No nos queda otra que solicitar el Oxaprost. Es un problema porque necesitamos comprimidos vaginales y éste es de uso oral».
Para Picón Ponce, el Ministerio de Salud de la Nación debería abastecer a clínicas y hospitales de misoprostol. En la cantidad y dosis necesarias para practicar abortos no punibles o cualquier otro procedimiento que requiera de esta droga. «Si esos comprimidos existen en los hospitales, evitamos que las mujeres los consigan por su cuenta», dijo.
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«Es por precaución»
Sergio López, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba, reconoció que hay sitios que se niegan a vender el medicamento, pero por precaución y por cuestión de costos.
«Cuando el misoprostol pasó a ser de receta archivada, el control se intensificó. Muchas veces, el dueño de una farmacia prefiere no arriesgarse, porque desconfían de la receta».
López agregó que es muy común encontrar recetas adulteradas. «Cualquiera puede conseguir un sello e inventar un pedido. Para prevenir que la droga se use para provocar abortos, los farmacéuticos no la venden». Consultado sobre si existe un mercado ilegal de misoprostol, López indicó: «Como en todo, hay farmacias que trabajan bien y otras que no».
«Algo similar nos pasa con psicotrópicos. Hay que tener cuidado porque los jóvenes pueden usarlo para drogarse. En este proceso terminan pagando justos por pecadores», agregó.
Por su parte, Picón Ponce opinó que los farmacéuticos no debieran cuestionar la autoridad del médico. Y que mejor sería atacar la venta ilegal del medicamento
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