Los productos que elabora la industria alimentaria, en especial los ultraprocesados, tienen cada vez menos nutrientes y son responsables de la epidemia de obesidad, uno de los principales factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular, entre otras, concluyeron especialistas en el el 45º Congreso Argentino de Cardiología.
“No elegimos lo que comemos, tenemos la ilusión de que lo hacemos, pero elegir implica decidir a conciencia y eso no es lo que sucede hoy en el acto de comer”, dijo el cardiólogo Hernán Doval, director de la Revista Argentina de Cardiología, en la charla «Consultas frecuentes y que incomodan a un cardiólogo», impulsada por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
Doval explicó que “los ultraprocesados han cambiado la manera de alimentarnos”, que se trata de productos que son “adictivos, ricos en grasa, azúcares y sal” y que además debido a la producción a gran escala lograron precios bajos en relación a los alimentos frescos.
En el mismo sentido, Daniel Flichtentrei, cardiólogo y director médico de INTRAMED, describió cómo a través del marketing y la publicidad las empresas inciden sobre el sistema neuroendócrino “moldeando” el gusto y el deseo por los productos comestibles elaborados.
“Cuando una persona se expone frecuentemente a alimentos hiperparatables (sabor altamente agradable al paladar) con propiedad organoerécticas de alta intensidad suelen asociarse las señales y los contexto, esto se llama condicionamiento asociativo. Esto genera un aumento en la reactividad de las señales y se responde de dos formas: racional o automáticamente”, explicó.
Y continuó: “Nuestros sistemas biológicos están configurados para los sabores sutiles, para ingestas moderadas y periodos de escasez y desarrollan respuestas automáticas para contrarrestar estas características; sobre ellas se monta el marketing científico”.
El reconocido cardiólogo concluyó que “nuestro sistema neuroendocrino ha sido capturado deliberadamente y científicamente por una serie de estímulos del mundo industrial capitalista en el que vivimos y desde ahí, creando la ficción del gusto y la elección individual, gobiernan nuestra conducta digestiva”.
En la misma línea, la antropóloga Patricia Aguirre, autora de “Una Historia Social de la Comida”, sostuvo que “lo que llega al plato” depende de múltiples factores ambientales, culturales, históricos, tecnológicos, económicos, de acceso (sistema de derechos) y creencias “que en definitiva van a moldear el gusto”.
“Atravesamos una crisis alimentaria que en el plano de la producción es consecuencia de un modelo extractivista centrado en el monocultivo y uso de agrotóxicos, que degrada suelos, arrasa con bosques y humedales y arroja gases que acrecientan el efecto invernaderos, cuya única ‘ventaja’ es la acumulación de riqueza privada”, señaló la antropóloga.
En la distribución «hay una crisis de acceso ya que mientras tenemos millones de personas desnutridas tenemos otras tantas obesas; pero también hay una crisis en la comensalidad, cada vez comer es un acto más solitario y menos comunitario, la propuesta es comé mientras seguís trabajando, tomá un café en la calle mientras vas a de un trabajo a otro”.
La charla se dio en la primera jornada del 45º Congreso Argentino de Cardiología y XVIII Congreso de Cardiología Pediátrica, que se realizan desde este jueves y hasta el 19 de octubre en el Predio Ferial La Rural, organizados por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) que este año pondrá el foco en la prevención y en la innovación tecnológica y salud digital.
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