El ser humano pasó de tener un rostro intimidante, conveniente para competir, a apropiarse de otro, apropiado para llevarse bien con sus semejantes, según explica Penny Spikins, arqueóloga paleolítica de la Universidad de York. Hoy en día ya es posible saber cómo será la cara del humano del futuro.
«En términos faciales, somos el animal más expresivo de la Tierra, capaces de recrear alrededor de 50 gestos. Eso ocurre porque tenemos un conjunto completo de músculos», explica Adam Wilkins, genetista.
Y lo que es un hecho es que una de las grandes transformaciones del rostro está asociada con el tamaño del cerebro, que permite mayores posibilidades de expresión. Si el cráneo continúa evolucionando, dice Paul Palmqvist, catedrático de Paleontología del Departamento de Ecología y Geología, de la Universidad de Málaga a El Clarín, probablemente la cara se reduzca, las órbitas oculares sean mayores, el mentón sea más pequeño y la bóveda craneal más globular.
“Si nuestro cráneo continúa con la evolución, lo previsible sería que continuase con esa juvenilización en las proporciones craneales, lo que llevaría a la cara más reducida, con órbitas oculares proporcionalmente mayores, el mentón de menores dimensiones y la bóveda craneal más globular y desarrollada”.
“Eso sería lo esperable si continúa el proceso que conocemos como neotenia, que quiere decir alcanzar el estado adulto reteniene características juveniles”, indicó Paul Palmqvist, catedrático de Paleontología del Departamento de Ecología y Geología de la Universidad de Málaga.
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