Desprecio, odio y un sinnúmero de sentimientos envuelven estas épocas en la que las redes sociales no dejan de mostrarnos tal cual somos. Algo incontrolable que parece inevitable…
En una charla de amigos se disparó la conversación y terminó con los polos opuestos marcados, bien señalados y con una radiografía de cada uno de los que intervinieron. Y la pregunta terminó siendo el motivo principal de una conversación o un debate que no tiene final, ni principio.
¿Por qué somos tan violentos en las redes sociales? ¿Qué nos lleva a mostrar lo peor de nosotros? ¿Qué hace que una persona tome una identidad abstracta y ataque a otras?
Los costos psicológicos son cada vez más elocuentes, determinantes. Hace poco, la viralización de un video sexual entre una promotora y dos corredores de automovilismo, mostraron debates interminables hasta poner en la hoguera a esa chica y hasta poner en un «podio» de «vivos» a los muchachos.
Discriminación, xenofobia y burla son los principales motivos de opinión, de ataque. «Gordura contra anorexia», motes de «drogadicto», «borracho», «mogólico» (palabra hartamente y tristemente utilizada en las redes), «puto», «gato», «negro» (otro término «naturalizado») y un sinfín de «apodos» rondan las discusiones en las redes sociales. Los posteos y comentarios son incesantes y con discusiones encarnizadas y sin mucha profundidad a veces.
En el sitio BBC Mundo, un informe acerca de la violencia en las redes socialesreveló un ejemplo vinculado a lo estético: «Un estudio realizado por la empresa de los cosméticos Dove y Twitter reveló que en 2014 se compartieron más de 5 millones de tuits negativos acerca de la belleza y la imagen corporal. De esos tuits, cuatro de cinco fueron elaborados, aparentemente, por mujeres».
El escarnio no tiene techo. Y no importa el sexo. Se puede hablar y criticar a todos y de todo. Desde la ropa, hasta la manera de hablar y hasta lo que comemos en este mundo de sobreexposición constante.
El profesor en comunicación de medios Dave Harte, de la Universidad de Birmingham en Inglaterra va directo a la pérdida del roce personal, entre amigos, vecinos, conocidos y hasta desconocidos con los que nos cruzamos personalmente.
«Tenemos la vaga sensación de haber perdido algo, la idea de hablar con un vecino o la conversación que surge de un encuentro casual», dice Harte.
Al internet, la multiplicidad que dan las redes como Facebook y Twitter se suma Whatsapp, un cómodo lugar de bullying.
Del humor a lo peor de nosotros
Lo mejor que a veces vemos en las redes son los famosos «memes». Que nos agudizan el ingenio, el humor y el sarcasmo. Aún es un reservorio de gente que enciende su chispa, que busca algo más que decir o comunicar y que no siempre queda en un hecho gracioso. Afecta de sobremanera muchas veces.
Las muestras más cabales giran en torno a figuras «inalcanzables», conductores, estrellas de TV, actores, artistas de todas las especialidades, políticos y deportistas. Todos ellos saben que les llegarán esos «memes» que alguien se los mostrará.
Esa brecha de «distancia» ya no existe más, por más que nunca en la vida nos crucemos con uno de estos personajes públicos.
«La redes dan mucha libertad de expresión a gente anónima, que muchas veces termina canalizando allí su frustración», supo contarle Pablo Pécora, psicólogo de deportistas, al diario La Nación.
«Hay algunos que parece que son ganadores desde que se levantan hasta que se van a dormir».
La frase corresponde a Javier Mascherano, jugador de la Selección Argentina, después de la última final perdida ante Chile por Copa América.
«Es parte de la mala educación y la falta de respeto de un país exitista que suele buscar un culpable por una frustración», lo dijo también con claridad el especialista y sociólogo Marcelo Raffo.
El auge de los «trols», aquellos internautas que se esconden en identidades falsas y sólo atacan a los demás son una constante que no deja de crecer. Y, con las nuevas tecnologías, aún muchas veces son utilizados o creados con fines tendenciosos.
Los cambios de estado en un mismo momento
El fenómeno de las redes sociales también envuelve a estados de ánimo que van mutando en el mismo momento. Suele haber, incluso en el Facebook de nuestro diario, tratamientos de buenas noticias, con muy buenos comentarios del público que con el correr de las conversaciones comienzan a desnaturalizarse y afloran discusiones de cualquier tipo sin que tengan necesariamente relación directa con la misma noticia que se acaba de postear.
«De persona privada me convertí en un figura públicamente humillada por todo el mundo. Había multitudes virtuales listas a lapidar», expresó. Lewinsky, que admitió sus errores de juventud, también sostuvo que cometió el error de enamorarse. Y se ha preguntado ella misma qué hubiera sucedido en ese entonces, allá por 1998 si hubieran existido las redes sociales.
«Me tildaron de zorra, puta, ramera, tonta. Perdí mi reputación y mi dignidad y casi pierdo mi vida», reflexionó.
Incluso, hoy aún a tanto tiempo ha sido rescatada por el «ciberbullying» y circulan videos de ella y «memes» que la «reinstalaron» dando un «refresh» a un pasado que le hizo mucho daño. Esa charla terminó con una ovación para ella.
Las redes sociales dan impunidad a personas a las que no les importan las consecuencias de lo que digan o hagan, mientras el anonimato, una computadora o un teléfono celular sean su escudo protector. Y cada vez debemos estar más preparados para soportar
Ag. de Noticias: Dia a Dia
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