El ámbar ha conservado durante 80 millones de años protoplumas de dinosaurio y plumas más recientes de pájaros.
«Podemos examinar la estructura de las plumas y la distribución de los pigmentos con mucha más precisión de la que permiten los utilizando fósiles de compresión. Esto nos permite hacernos una idea del uso y la apariencia de las plumas», acentúa Ryan McKellar, investigador de la Universidad de Alberta (Canadá) y director del estudio.
Los hallazgos representan cuatro etapas diferentes de la evolución de las plumas. Su buen estado de conservación muestra que el plumaje de estas criaturas era transparente, moteado o de colores difusos, similar al de los pájaros modernos. Las estructuras varían desde los filamentos únicos de las protoplumas a disposiciones mucho más complejas con apariencia actual.
Los investigadores no pueden determinar por el momento qué plumas son de dinosaurio y cuáles de pájaro. «Al no encontrar las plumas directamente asociadas a un esqueleto de dinosaurio, es difícil garantizar que pertenecían al plumaje de estos reptiles», señala McKellar.
«Pero hemos encontrado tipos de plumas muy sencillos, anatómicamente parecidos a algunas encontradas junto a dinosaurios de Cretácico Inferior en China, que además no se sabe que existan en pájaros modernos. Esto parece indicar claramente que las plumas más básicas son en realidad protoplumas y pertenecen a esta especie extinguida».
Los restos se han localizado en el Lago Grassy, en Alberta del Sur (Canadá). La antigüedad estimada es de 78 a 79 millones de años. Estos descubrimientos sugieren que la adaptación a las plumas modernas sucedió antes de la extinción de los dinosaurios no aviares. «Las formas de las plumas aportan argumentos a favor del modelo predominante de evolución de las plumas como de las interpretaciones de las plumas de dinosaurios en China», afirma McKellar.
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